El anuncio de que parte de la familia Obama (si vendrá o no el presidente de los Estados Unidos aún es una incógnita, y es natural que, por motivos de seguridad, no se sepan estas cosas) pasará parte de sus vacaciones en la Costa del Sol, en ese maravilloso hotel radicado en Benahavís y que extiende su no menos maravilloso campo de golf hasta el término municipal de Estepona (en una suave, armoniosa alegoría de lo que es la Costa del Sol, una unidad de destino, no sé si en lo universal) llamado Villapadierna, ha disparado el número de reservas hoteleras, especialmente las provenientes de Estados Unidos, y dado un fuerte impulso a nuestra industria turística.

Todos sabemos el efecto ´tirón´ que producen este tipo de acontecimientos. Si alguien de máxima importancia decide acudir a un lugar, de inmediato su atractivo crece como la espuma (recuerden aquello de Clinton y los atardeceres de la Alhambra), y por eso debemos agradecer a la familia Obama que se acordase de nosotros para pasar unos días y hacer todo lo posible para que se sienta tan bien que deseen volver todos los años.

Lamentablemente, ese agradecimiento jamás hemos podido mostrárselo a la Familia Real española, que nunca ha tenido a bien honrarnos con su presencia. No diré yo que en la Casa Real tengan manía a Málaga y la Costa del Sol, a pesar de que fue una de las últimas (creo que la penúltima, si la memoria no me falla) de las provincias que recibió su primera visita oficial (no tuvo lugar hasta 1988, a pesar de haber sido coronado en 1975, trece años antes).

Tampoco diré yo que no tuviesen cierta razón cuando, durante los oscuros años del gilismo, todos los miembros de la Familia Real esquivaron una fotografía en Marbella con Jesús Gil como alcalde, pero en alguna de las muchas crisis que nos han azotado a lo largo de la historia (incluyendo esta), no nos hubiera venido nada mal una visita de los Reyes, un respaldo a nuestra (casi) única industria. Y no me refiero a una de esas visitas privadas que han hecho, casi relámpago, para ver a sus amigos saudíes, sino una con estancia de varios días, algo así como lo que van a hacer los Obama.

Sin duda Mallorca es un destino extraordinario, pero en España hay algo más y, de alguna forma, el permanente olvido del Rey y su familia hacia la Costa del Sol sigue doliéndonos a los costasoleños en lo más profundo de nuestro corazoncito, pues no terminamos de comprender qué tienen otros que nosotros no tengamos, y seguramente ya hemos perdido las esperanzas de que alguna vez se acuerden de esta parte del mundo y nos dediquen unos días de sus vacaciones, dándonos un espaldarazo que, desgraciadamente, hasta ahora sólo hemos recibido de personalidades extranjeras que, eso sí, han demostrado tener un gusto excelente.