La primera vez que hablé con Duane ella tenía 15 años. Acababa de nacer para la natación de elite. De la nada, la espaldista se había convertido en campeona de España en los 200 metros espalda con un tiempo de 2.18:45. Había aliñado su éxito con un bronce en los 100 metros. Hablamos de abril de 2003. A Duane casi no le salía la voz de la garganta y había cambiado sus tardes con las amigas por tardes de piscina, trabajo, repeticiones y entrenamientos. Se levantaba a las seis de la madrugada, dos veces por semana, para ir a nadar antes de sentarse en el pupitre y soñar con medallas y éxitos frente al encerado. Tenía ya unos enormes brazos y unas condiciones innatas para la natación. La había descubierto Federico García, que rápidamente la reclutó para el Club Natación Mijas. Ella había nacido en Brasilia. De padre español y madre brasileña, se habían asentado en Fuengirola cuando sólo tenía tres años. Su potencial era brutal. Al año siguiente revalidó su oro en los 200 metros rebajando su marca... ¡en dos segundos!: 2.16:50. Había nacido una estrella.

A Duane, como a tantos y tantos jóvenes deportistas, le birlaron su adolescencia con la excusa de la gloria en la piscina. Por eso se marchó al Centro de Alto Rendimiento Blume, en Madrid, donde un año después, en 2005, preparó el Mundial de Montreal (Canadá). Allí accedió a las semifinales e inició un ciclo de tres años para preparar los Juegos Olímpicos. Pero el futuro de la niña prodigio de la natación malagueña se disipó. No terminaba por centrarse. Su insultante juventud exigía un respiro. En la Blume sólo había tiempo para estudiar y nadar. Entre las tediosas clases de Matemáticas y Lengua –sus asignaturas ´menos queridas´–, el Inglés y la Biología, sus favoritas, le daban tregua. Pero la disciplina militar la acabó matando. A ella y a su ilusión. Duane salió de la escena internacional tras el maldito Mundial de 2005.

A sus 20 años, la edad en la que los jóvenes de su edad aún no tienen aún claro qué hacer con su futuro, a ella se le estaba marchitando un ciclo de su vida. Necesitaba cambiar y se mudó a la calle Pez Volador, donde tiene su sede el Canoe. Allí ha regresado su mejor versión. Se colgó seis medallas en el Nacional de julio y el martes obtuvo su primer gran éxito europeo: tercera en Budapest: 2.10:46. Hoy nadará la final de los 100 metros. Duane se ha vencido a sí misma. Ella es, desde ahora, todo un ejemplo.