Hace unos días se produjo un acto de intolerancia religiosa y de violencia contra la capilla universitaria del Campus de Somosaguas (Universidad Complutense).

También la capilla de la Universidad de Barcelona ha estado en el punto de mira de los dogmáticos violentos sufriendo diversos ataques.

En la Universidad de Valladolid hace unas semanas llegaron a cerrar la capilla. La movilización de muchos estudiantes ha hecho que las autoridades hayan dado marcha atrás. En otras universidades españolas están tratando, con ataques diversos, de clausurar las capillas.

Se echa de menos una actuación comprometida, seria, universitaria, por parte de las autoridades de esas universidades y por parte del profesorado, ante los insultos, ataques y negación de la libertad religiosa que está sufriendo una parte importante de la comunidad universitaria.

¿Qué está pasando? ¿A quiénes molestan las creencias religiosas de los usuarios de esos lugares de culto? La Universidad es un ámbito civil de libertad y convivencia. Sólo en una comunidad libre y legítimamente plural puede llevarse a cabo una verdadera tarea universitaria, abierta y de nivel. La actuación de grupos fanáticos contra las creencias religiosas de muchas personas no hace más que hacernos volver a los peores años del franquismo, con una universidad amordazada por el pensamiento único.

La batalla por la libertad que mantuvieron nuestros padres en la Universidad en los años sesenta y setenta no puede ser destruida por un laicismo dogmático que trata de imponer por la fuerza su religión del no-Dios a toda la comunidad universitaria. Una universidad plural, libre y abierta no puede permitir en su seno el dogmatismo nacional-laicista irrespetuoso con la libertad de cultos (reconocida por la Constitución) más cercano al nacional-totalitarismo franquista de ideología única que al de una moderna sociedad del siglo XXI progresista, libre y democrática. Actos como los que están ocurriendo ahora en la Universidad española, que recuerdan demasiado a la intolerancia de la España franquista, serían impensable en otras universidades situadas a la cabeza de la investigación en todo el mundo. ¿Se imaginan algo así en Oxford, Cambridge, Yale, Bolonia, Tubinga o la Sorbona? Desgraciadamente los dogmáticos vuelven a empeñarse en que España sea diferente.