Si hubiera una caja capaz de albergar los recuerdos de los niños de 11 años probablemente habría que enviársela a Tim Burton para que hiciera una película. Las cosas que de repente me vienen a la memoria son secundarios detalles de eventos y situaciones que por mi casa pasaban; me viene a la memoria que cuando tenía once años, mi hermana decidió casarse y probablemente aquello tuvo muchas decisiones trascendentes que a mí ni me rozaron de cerca, pero hubo varios insignificantes detalles que se me han quedado grabados a fuego, el primero es que no paraba de oír que «en las familias de razón el segundo se casa antes que el primero» (sic), sentencia que sigo pensando que entre mi abuela y mi madre se sacaron de la manga y que se cumplía con el enlace que nos traíamos entre manos.

El segundo detalle que rememoro es cómo diablos había convertido el decorador que estaba adornando la casa una simple rama de hiedra en una preciosa guirnalda, nada relevante como podéis comprobar y finalmente siempre he recordado algo que no entendí al principio y es que mi madre no paraba de decir que había que llevarle huevos a las clarisas. Por aquel entonces yo no sabía lo que eran las clarisas y tampoco estaba seguro que los huevos a los que se refería mi madre fueran de verdad, ni tampoco lo que había que hacer con ellos, pero la gente le llevaba huevos a las clarisas para que no lloviera cuando les pedían; luego confirmé que las clarisas son unas monjas de la Orden de las Clarisas o Damas Pobres que fundó Santa Clara de Asís y los huevos son huevos de verdad con los que siempre han hecho dulces. Luego, en épocas de sequía las clarisas se negaron a rezar para evitar la lluvia alegando que no era un momento propicio para hacer que sus solicitadas funciones hicieran su efecto.

En Málaga hemos tenido una Semana Santa de lluvia, que se podría haber resuelto con algunas docenas de huevos, aunque yo prefiero pensar que en realidad, son las lágrimas de todos los que nos dejaron y desde el cielo aún lloraban con la maravilla de pregón que nos dejó don José Antonio Domínguez Bandera. Malagueño, pregonero y desde ahora carcelero de nuestros corazones.