El otro día conocí al arquitecto malagueño que se ha propuesto construir con contenedores, no con los contenedores de colores que hay en las calles que son azules, amarillos, verdes y grises; esos que te dicen que los sobres los tires en el contenedor azul pero que antes le quites la ventanilla y la tires en el amarillo al igual que a las libretas de toda la vida con espiral que antes de tirarla al contenedor azul has de tirarla al contenedor de los restos orgánicos. Total un follón, que la verdad, si a veces uno no recicla es porque prefiere anteponer su salud a la salud del planeta, dicho lo cual debemos intentar reciclar todos cada vez un poquito más, sobre todo en nuestra Málaga de tengo un sofá que no me sirve lo dejo en la puerta de la calle que ya vendrá alguien a por él.

Bueno a lo que iba, el arquitecto, que se llama Alberto Campo, se propone y dispone a construir edificios con contenedores de los que se usan para el transporte en los barcos, eso sí que es un reciclaje; estos contenedores tienen una vida limitada para la carga y transporte de mercancías: Tras la vida dedicada al uso como inquilino de las bodegas de los barcos pasan a mejor vida sirviendo de paredes y techos para edificios. El primero lo construyó para la Universidad de Málaga en el Campus de Teatinos para el edificio del Jardín Botánico de la Universidad de Málaga, que tiene dos plantas y casi 800 metros cuadrados.

Para realizar edificios sostenibles con el medio ambiente podemos poner modernos sistemas activos de arquitectura bioclimática que nos controlen la temperatura, eso es perfecto y hay muchas soluciones estupendas, pero también podemos empezar por usar materiales reciclados y que sean adecuados para el entorno en el que se hace el edificio o sencillamente usar soluciones de baja tecnología como plantar árboles de hoja caduca en la fachada sur de los edificios. Primero lo primero. Alberto Campo es un fiel ejemplo de lo segundo.