Sólo hay dos palancas que mueven al hombre: el miedo y el interés. Por ello, recientemente nos reunimos de nuevo un cualificado grupo de empresarios, directivos, juristas y profesionales para analizar el sector económico y empresarial de nuestra provincia más relevante y dinámico: el turismo.

Con motivo del décimo aniversario de la apertura en Málaga del prestigioso despacho de Abogados Gómez-Acebo & Pombo, se está celebrando, con carácter periódico, un ciclo de interesantes sesiones de trabajo «Horizonte 2020», en colaboración con la Confederación de Empresarios de Málaga, cuyo objetivo es dibujar, a modo de boceto, cómo puede ser el futuro de los distintos sectores económicos en nuestra provincia, con diez años de perspectiva. Tener visión de futuro o, al menos, intentarlo. Sustraerse del entorno actual, tan difícil y hostil a nivel empresarial, alzando nuestra mirada para remontar un vuelo que nos ayude a comprender cuáles pueden ser los nuevos retos y las estrategias a medio plazo de nuestra industria turística.

Ya pudimos analizar previamente los sectores de las nuevas tecnologías y la industria, estando aún pendiente de revisión otros no menos importantes en nuestro tejido productivo: los servicios, infraestructuras, logística y transporte, la promoción y la construcción, etc.

Todas las opiniones coinciden: aunque el turismo es la única industria que aún desafía a la crisis, perdemos competitividad respecto a otros destinos emergentes. Tenemos más ocupación pero con menor rentabilidad de nuestras empresas. A esto debemos sumar el difícil acceso a la financiación, con un cierre del grifo crediticio que genera importantes problemas de liquidez en las pymes y operadores turísticos.

Los retos son muchos y complejos. En primer lugar, asumir el concepto de transversalidad del turismo por la implicación casi absoluta de otras actividades públicas y privadas que redundan en la percepción y satisfacción final de quien nos visita. Urbanismo, tráfico, transporte, limpieza, seguridad, oferta cultural, etc. Hablamos de un turista medio cada vez más exigente, español o inglés en su mayoría, que repite con cierta asiduidad y valora favorablemente el destino por su madurez, pero que dispone de un menor poder adquisitivo. Nuestro turista nos da otra vuelta de tuerca. Está dispuesto a pagar menos por más…

Importante también es revalorizar nuestro modelo en clave de sostenibilidad racional, fortaleciendo la calidad global, apostando por la diferenciación de nuestro producto con ofertas alternativas y complementarias al sol y playa. Tenemos que romper la estacionalidad con otros segmentos necesarios, como son el turismo cultural y de ocio, de cruceros, idiomático, congresual y de eventos, familiar, gastronómico, deportivo, etc.

Se hace preciso crear las mejores condiciones para el desarrollo de la actividad turística, impulsar las infraestructuras pendientes (con el sangrante y lamentablemente inacabado saneamiento integral), reformar el inestable marco económico, legislativo y fiscal, así como los instrumentos de gestión y relación de los agentes turísticos públicos y privados. Buen ejemplo han sido en este sentido, los favorables avances producidos en la gestión mixta con la futura Fundación Málaga Turismo en nuestra capital, ejemplo de participación del sector privado en la toma de decisiones. También despierta interés el Patronato de Turismo en su nueva etapa, con la esperanza de potenciar aún más, la participación empresarial.

Obligado es sumergirse definitivamente en las nuevas tecnologías e internet como fuente casi exclusiva de reservas. Adoptar un nuevo marco de las relaciones laborales, con un convenio colectivo más moderno y flexible en la hostelería, propiciando la formación y la empleabilidad de nuestros trabajadores, también se nos antoja decisivo.

Demasiados frentes. Demasiados retos. En 1990 no llegábamos en nuestra Costa del Sol a los 2 millones de visitantes. Apenas veinte años después, multiplicamos casi por cinco la cifra, superando la barrera de los 9 millones de turistas. Como dijo Víctor Hugo: «El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles, es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes, es la oportunidad».