El título de la película Las bicicletas son para el verano me hace pensar que el mismo se puede acoplar a la realidad malagueña. Da pena que una ciudad como la nuestra, con distancias cortas, un clima envidiable y una orografía no demasiado complicada, no se anime a usar más este medio de transporte. Véase el fiasco del parque tecnológico, con la de facilidades que se han dado.

Pero, ¿está la ciudad preparada para pedalear? Creo que todavía no. Es cierto que desde que tenemos el Plan Director de Carriles Bici se ha avanzado bastante, pero queda por hacer. Se quejan los ciclistas de la mala señalización y escasa conexión entre los distintos carriles, de que no hay suficientes aparca bicis, y del abandono de determinadas zonas. Como botón de muestra, la acera que va desde el tranvía a los Baños del Carmen constituye un verdadero peligro para ciclistas y viandantes y así lo ha denunciado la Asociación Ruedas Redondas.

Por otro lado, ¿está el malagueño preparado para pedalear y respetar al que pedalea? Pues creo que tampoco. Además de no existir cultura del «bicicleteo», hay cierta escasez de educación y civismo. Estoy harta de ver ciclistas, que lejos de transitar por las zonas habilitadas lo hacen por donde les viene en gana, con el consiguiente riesgo para los peatones. De igual manera hay que decir que muchos paseantes invaden los carriles bicis y para colmo se quejan cuando les pasa una bicicleta por el lado.

Pero lo que realmente me molesta, –especialmente por la peligrosidad que conlleva– es el poco respeto con el que algunos conductores tratan al ciclista. En fin, aunque queda mucha tela que cortar, vamos por el buen camino. Si realmente queremos que este medio de transporte constituya una verdadera alternativa, nuestro Ayuntamiento nos tendrá que facilitar infraestructuras cómodas y seguras. Eso sí, el ciudadano malagueño tiene que colaborar.