Continúa el calor. Estamos en pleno verano y en vísperas de la Virgen del Carmen, la marinera. Ya empezamos a ver niñas, mozas y maduritas luciendo con garbo preciosos trajes de faralaes y de malagueña, dirigiéndose al recinto ferial de El Palo, antesala de la otra feria, la del próximo mes, la de todos los malagueños.

El martes hubo encendido de las luces del ferial paleño –entre la plaza del Padre Ciganda y el colegio de La Milagrosa– a manos de nuestro queridísimo Antonio del Río Soto, El Almendrita. Y mañana sábado dieciséis, la procesión marinera de la Virgen del Carmen con su paseo por el barrio y por las playas que Ella protege.

Como todos vamos a ser buenos –a la fuerza ahorcan– Junta y Ayuntamiento se empiezan a poner de acuerdo para desbloquear los principales proyectos que les unen. No echemos las campanas al vuelo que luego llega el capataz y empieza a poner pegas.

Pero, insisto, seamos gente de fe y pensemos que nuestros próceres van a dar el do de pecho y, aunque estemos en verano, van a dejar el bañador colgado en el armario unos días más y sacarán adelante todos los proyectos pendientes de solucionar. Mejor no decir el número, para no hacernos mal corazón.

Y ya que he nombrado calores, fiestas y proyectos sería muy positivo levantar el pie del acelerador cuando conducimos por nuestras carreteras locales porque las prisas nos pueden llevar a donde no queríamos ir, o, en el mejor de los casos, a un hospital. No somos más importantes, ni más sabios, por pisar más a fondo el acelerador. Más cabal será aquel que respete las normas y a sus semejantes.

Lo dice una abuela. Casi nada.