Directivos de todo el mundo han identificado los riesgos económicos como la mayor amenaza a la que se enfrentan hoy día, pero también han destacado la necesidad de innovar, la reducción de los fallos tecnológicos en los procesos y la gestión del talento para seguir compitiendo en el futuro próximo, según los resultados de la Encuesta Global de Gestión de Riesgos 2011 de Aon (Aon Global Risk Management Survey 2011), informe bianual publicado por Aon Corporation.

Esta compañía, especializada en servicios de gestión de riesgos, consultoría e intermediación de seguros, se interesa (además de promocionarse en la camiseta del Manchester United), en conocer con cierta periodicidad, las claves de los distintos riesgos a los que se enfrentan las empresas a nivel mundial. Reconozco que cuando leo este tipo de estudios, ciertas dudas me aquejan sobre la extrapolación a nuestro país de las conclusiones de los mismos. Sin embargo, la percepción de globalidad que presenta la actual crisis que padecemos, nos hace especialmente sensibles a conocer qué opinan y en consecuencia, demandan los directivos y empresarios británicos, alemanes, franceses o americanos. Algo aprenderemos de sus éxitos, fracasos y opiniones, me digo.

¿Qué empresario no se ha planteado cotidianamente los riesgos y peligros inherentes que entraña la actividad empresarial? La «preocupación por la recesión económica» es líder en valoraciones, seguida de la alarma permanente por los «cambios normativos y regulatorios» que afectan el devenir de las empresas. Esta última no nos sorprende, pues en España somos campeones de la regulación normativa, con más de un millón de páginas publicadas cada año en los Boletines Oficiales, hasta enredar al empresario y al ciudadano en la maraña normativa. De nuevo, la falta de seguridad jurídica como freno implacable del desarrollo de las empresas.

En tercer lugar, destaca la «preocupación por incrementar la competitividad», seguida de la amenaza en relación al «riesgo de daños en la reputación de la empresa». Me satisface comprobar que la Responsabilidad Social se consolida como alternativa cierta a este riesgo, como consecuencia de la percepción global que la sociedad en su conjunto, fruto del desarrollo de las tecnologías de la información, tiene o no, de una compañía socialmente responsable.

La «interrupción del negocio», años atrás líder en el ranking, ocupa el quinto puesto en la encuesta, sin duda porque el resto del mundo, a diferencia de nosotros, ya sale progresivamente de la crisis. La «falta de innovación y satisfacción del cliente», irrumpe con fuerza en sexto lugar, como miedo a la pérdida de cuota de mercado a favor de competidores más innovadores. Muy ligado a este último riesgo se encuentra la «falta de capacidad para atraer y retener talento», ya que éste está muy vinculado a la innovación en el negocio y en la satisfacción final del cliente.

Después, en octavo lugar se sitúan «los precios de las materias primas» y, tras ellos, los fallos tecnológicos o de sistemas». En décima y última posición, preocupa a las empresas a nivel mundial «la falta de liquidez o cash flow». No obstante, resulta interesante observar que, ante este último riesgo, los participantes se reconocen más preparados que, por ejemplo, para atraer y retener el talento. Además, la existencia de la figura del gerente de riesgos, se está convirtiendo en una tendencia creciente para conocer cómo sus sectores y competidores están afrontando los problemas del día a día.

De todo lo anterior, a buen seguro deduciremos que este decálogo de inquietudes, amenazas y riesgos en la actividad empresarial, son comunes en casi todos los países. Sin embargo, en España hoy por hoy la falta de liquidez y la interrupción del negocio (el temido cierre), ocuparían los primeros puestos y así hasta poder realizar un poema con versos semejantes, pero con diferente ritmo, alterando su orden y sentido.

Lo que nos diferencia claramente de los demás, es la prelación de los mismos problemas y en consecuencia las prioridades para solucionarlos. Cuestión de orden.