La pasada semana conocimos los resultados del último «test de resistencia» de las entidades financieras europeas. CAM, Banco Pastor, Caja3, Unnim y CatalunyaCaixa son las entidades españolas, de las 25 evaluadas, que suspenden las pruebas de solvencia, aunque éstas al parecer, no necesitarán aportaciones de capital adicional, según los datos publicados por la Autoridad Europea Bancaria (EBA).

Ninguna de estas cinco entidades ha obtenido al menos un 5 por ciento de recursos de máxima calidad con los que hacer frente a un hipotético escenario adverso durante 2011 y 2012, a pesar de que algunas incluyen la inyección de capital público a la que pueden acceder. Además de las cinco entidades españolas que suspenden los denominados «estrés test», otras tres entidades europeas no pasan el listón mínimo de solvencia, dos de Grecia y una de Austria. Mucha «macroeconomía» y medidas de ámbito supranacional para aliviar la permanente tensión financiera que nos aqueja.

En el polo opuesto, en medio de todo este barullo, incluida la penúltima tormenta financiera sufrida recientemente por los mercados europeos, nos encontramos con la dura realidad del sufrido día a día de los pequeños, medianos empresarios y autónomos que afrontan el presente mes de julio con actitud heroica, a fin de cumplir con sus obligaciones laborales, administrativas y fiscales.

En el plazo de un mes, del 30 de junio al 30 de julio, tendremos que hacer frente, entre otras obligaciones, al pago de la nómina del mes de junio. Al abono de la extra de julio. Ingresar el IRPF y el IVA del trimestre anterior. Liquidar el Impuesto de Sociedades. Firmar las cuentas anuales ante notario para su presentación en el Registro Mercantil. La mensualidad de julio, las cotizaciones sociales correspondientes, atender a proveedores, intentar cobrar facturas pendientes, hacer frente a amortizaciones varias, etc. Pura y dura «microeconomía», en contraposición con lo anterior.

Auténticos «héroes del silencio», infatigables generadores de riqueza y empleo que luchan a diario por sobrevivir sin apenas ayudas y con alguna que otra soga al cuello. Como la que ha intentado colocar la Agencia Tributaria de Málaga a los pequeños y medianos empresarios de nuestra provincia que obtienen rendimientos del trabajo en sus sociedades mercantiles (a través de sus nóminas correspondientes) y que ahora de forma discrecional se recalificaban como retribuciones a la actividad económica, por lo que tendrían que tributar con carácter retroactivo el correspondiente IVA. Estas ocurrentes propuestas de liquidación recibidas por no pocos empresarios en Málaga, podrían provocar una grave inseguridad jurídica y producir efectos negativos en las pequeñas empresas prestadoras de servicios, así como un aumento considerable del fraude y de la economía sumergida, ya de por sí bastante presente entre nosotros.

La ocurrente «experiencia piloto» proviene de una consulta de la Dirección General de Tributos, evacuada para un caso muy concreto que no debiera ser interpretable con carácter universal. Afortunadamente, este cambio de criterio en la fiscalidad de las pymes, ha provocado el enérgico rechazo de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) y del Colegio de Economistas de la provincia, esperanzados en que las aguas vuelvan a su cauce. Porque, en estos momentos donde nuestras pequeñas empresas abordan verdaderas «pruebas de resistencia» mes a mes, ¿qué necesidad existe de generar aún más «stress empresarial»? ¿Es el momento adecuado para interpretar normas internas y consultas fiscales de dudosa oportunidad? ¿Procede aplicar con carácter experimental en la provincia de Málaga, tales medidas?

Esta última problemática nos recuerda lo alejadas que en ocasiones se encuentran las administraciones públicas del tejido empresarial. Cuesta comprender la falta de sensibilidad precisamente ante quienes, por norma, cumplen de forma cotidiana sus obligaciones. Ni un guiño a nuestro maltrecho tejido productivo, como diría aquel. Leña al mono y sin tregua. Por cierto, me gustaría celebrar como experiencia piloto la posibilidad de que los empresarios malagueños no liquidemos el IVA hasta cobrar las facturas pendientes (muchas de ellas de administraciones públicas morosas).

El pasado año propuse el 1 de agosto como «Día de la Pyme superviviente». Hoy propongo todo el mes de julio como «el mes de los Héroes».