Desayunar en Málaga no es como desayunar en cualquier ciudad de España, o más aún: nos es como hacerlo en ningún lugar del mundo, de esos que salen ahora en la tele repletos de andaluces y españoles. En Málaga además de la consabida manía que tenemos de ponerle nombres a las cosas, como pitufo, mitá o solysombra, tenemos una variedad gastronómica que va desde el churro con el azúcar del sobrecillo en el plato hasta bocadillos de lomo en manteca colorá, pasando por café, zumo o un nutrido surtido de licores, que también hay gente que se levanta con mucho frío y se calienta desde primera hora de la mañana.

Pero si algo es diferente en Málaga es su gente, sus bares y quienes los regentan. En la calle Pozos Dulces Francis tiene un Diamante en bruto desde hace un montón de años, al menos tantos como algunas de las botellas de ginebra Larios con el diseño antiguo aquel en el que eran más regordetas y mantenían el escudo familiar en la etiqueta. Francis le llama al pitufo integral un deprimente. Mucha gracia y un gran café sensacional.

Ricardo maneja La Fragata a ritmo de Sylvie Vartan o cualquier canción pop que se nos ocurra; cada canción la acompaña de una anécdota de las que sabes que son verdad y la foto de la pared lo atestigua y confirma que lleva toda la vida trabajando. Un profesional de los que sabe lo que desayunas con dos veces que vayas por allí. Gracias a su cercanía al Ayuntamiento y a la antigua Diputación, seguro que está más al día de la política municipal que muchos malagueños. Todas las tortillas que os imaginéis como no habréis probado nunca sólo superadas por la agradable conversación.

Ahora que estamos rodeados de gastrobares con un poco de empacho de minimalismo y retromodernidad, desayunar en Málaga en «donde toda la vida», te devuelve a la realidad de los mejores profesionales que llevan años dándonos pitufo y mitá por dos euros con la mejor sonrisa e impagable conversación.