Picasso cubre con una sombrilla los pasos de la guapa François Gilot sobre la arena. Sonríe como un cardenal que hiciera de monaguillo por un día, descalzo bajo el sol. La fotografía fue tomada por Robert Capa en 1948 en una playa cercana a la aldea pesquera de Golfe-Juan, en la Costa Azul, lugar que Napoleón eligió para desembarcar en 1815 y Picasso para pasar el día en la playa como un joven sexagenario con novia nueva. La foto de Capa sirve de portada a la exposición del Museo Picasso Málaga que se inaugurará el lunes. En la imagen, además de la que sería la madre de sus hijos Claude y Paloma, también está su sobrino Javier Vilató en bañador riéndose al fondo de la ocurrencia de su tío ante la cámara. Los tres sonríen pero sólo Picasso lo hace hacia dentro.

Su anterior pareja, Dora Maar, se derrumbó cuando supo que su hombre con 61 años la iba a dejar por una mujer bonita y mucho más joven, de sólo 21 años. Pero François Gilot no era sólo una muchacha mona. Mientras estudiaba los primeros años de Derecho se enredó en el arte tanto que terminó organizando las musas del genio durante los nueve años que fueron pareja. Hizo Filosofía en La Sorbona y también estudió Literatura Inglesa en Cambridge, dibujó su propio cubismo pictórico con formas más dulces que las de Picasso, pero no robadas y, cuando muchos años después, ya separados, publicó en 1964 Vida con Picasso, el genio con mucho genio no pudo evitarlo. Terminó casada con Jonas Salk, el pionero de la vacuna contra la polio, hasta la muerte de éste e hizo de Nueva York su lugar en el mundo…

Eso y mucho más está detrás de la curiosa instantánea en amable blanco y negro que miro mientras escribo y apunto en la agenda la nueva exposición del Picasso. En una discusión alguien me comenta que hace poco menos de una semana que se inauguró otra exposición en el museo, la de Richard Prince devorando como homenaje la obra del genio malagueño. Una sonrisa irónica, algo parecida a la de Picasso en la foto, la verdad, adorna su rostro cuando me dice que, al margen de la calidad objetiva de la exposición, veremos otra vez al consejero de Cultura en los papeles a veinte días de las elecciones de marzo. Pero a mí me da igual.

Hace tiempo que todo marcea por estos lares andaluces. El aliento de las encuestas sobre el cogote de los asaltados y los asaltantes de la política sureña -y no sureña porque muchos tienen puesta su mirada y su morada en esta tierra-, hace tiempo que lo impregna todo de marzo con su vaharada. Pero da igual, todo está claro desde hace años. El presidente socialista Griñán, por ejemplo, se queja en el asunto de los ERE fraudulentos de lo mismo que se queja el alcalde popular De la Torre en el asunto de la presunta corrupción de su concejala Porras: de que ambos asuntos están siendo venteados por la Justicia -la juez en Sevilla, la fiscalía en Málaga- para interferir en las elecciones… Tan claro como que hoy ya es 1 de marzo.