Hace días, un grupo de empresarios, directivos, juristas y profesionales mantuvimos un interesante encuentro para analizar uno de los sectores económicos históricamente más relevantes de nuestro sistema productivo: el Comercio. Periódicamente, la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) y el despacho de abogados Gómez-Acebo&Pombo abordan un ciclo de Jornadas que desde el pasado año se están desarrollando bajo el título Horizonte 2020, habiéndose celebrado ya distintas sesiones sobre Nuevas Tecnologías, Turismo, Industria e Infraestructuras. Se trata de huir del momento concreto, de las dificultades actuales, alzando la mirada y buscando nuevas soluciones, diagnosticando los problemas con la perspectiva a medio plazo en un Horizonte que comienza a intuirse. Con cierta visión de futuro.

En diciembre de 2011 se contabilizan en Málaga 28.460 de estos establecimientos (en el conjunto de Andalucía son 150.000), que suponen cuatro millones de metros cuadrados de superficie comercial en activo. Por detrás de Sevilla, Málaga es la provincia andaluza con mayor densidad comercial. Casi el 94 por ciento de estos establecimientos comerciales posee menos de cinco trabajadores y la principal forma jurídica del titular es la de persona física, contabilizándose 40.000 comerciantes dados de alta en el Régimen Especial de Autónomos.

A pesar de la contundencia de estas cifras, debemos reconocer que la aportación del Comercio a la economía malagueña se ha visto reducida en los últimos años. Estos datos deben encuadrarse en un contexto de dura crisis económica, que ha provocado una bajada del consumo en general y, como consecuencia, el cierre de numerosos negocios y la pérdida de más de 4.300 empleos en sólo dos años.

En cuanto a los riesgos percibidos por los profesionales de este mismo sector, destacarían: la escasez de recursos financieros, la debilidad de la demanda y la dura competencia de otro tipo de establecimientos. El recorrido del sector comercial en la provincia de Málaga tendrá un futuro esperanzador en el marco del Horizonte 2020, una vez que asuma los siguientes retos:

1. Clientes y hábitos de consumo: Las dinámicas sociales inherentes a nuestro tiempo no sólo han cambiado los hábitos de consumo, en el sentido de que se reclama claramente mayor amplitud de oferta, a menor precio y en un horario más adaptado a las necesidades de los clientes, sino que han contribuido también a un cambio en las características de los propios consumidores.

2. El futuro del comercio pasa por la especialización: Las economías modernas dependen de la especialización de los individuos y de las empresas para mejorar su eficacia.

3. Consumo como necesidad frente a consumo como ocio: lo cual hace que gran parte de las compras realizadas se hagan por impulso, sin responder a una necesidad real y para obtener una satisfacción inmediata. Como consecuencia, el sector comercial debe hacer frente a un nuevo modelo de negocio con mayor atención al cliente, incluyendo además servicios altamente valorados tales como: la amplitud de la oferta, la facilidad para la realización de cambios y devoluciones, la extensión de garantías, el acceso a aparcamiento gratuito, entre otros.

4. Respecto a la flexibilidad de los horarios de apertura, que tantos debates suscita, no tiene por qué implicar necesariamente un incremento en los horarios, sino que puede consistir en una flexibilidad de libre disposición en la que cada empresario, en función de las características de su negocio y de sus previsiones, pueda fijar su propio intervalo comercial. Eso sí, acompañado de un Convenio Colectivo del sector que propicie la apertura de festivos.

5. Nuevas tecnologías y nuevos canales de venta: Existen a día de hoy nuevos instrumentos que permiten a los consumidores realizar sus compras, contratar servicios, comparar precios, buscar productos concretos, aprovechar grandes ofertas, etc, sin necesidad de establecer un contacto físico con el comerciante, con una accesibilidad temporal de 24 horas al día y donde no existen las fronteras. Internet supone una herramienta tan interesante como arriesgada para los comerciantes, si éstos no son capaces de adaptarse a ella.

6. La innovación: La supervivencia del comercio dependerá de la capacidad que tenga no sólo para adaptarse a las corrientes dominantes, sino además para generar innovación propia y ser así más competitivo en el entorno global.

7. Comercio Exterior: Es preciso potenciar el incremento global de los procesos de internacionalización, fundamentalmente de nuestras pymes, necesitadas de alianzas estratégicas en el exterior para incrementar su cuota de mercado y su reducida dimensión media.

8.Interlocución estable público-privada: generando una revisión permanente del modelo comercial de ciudad.

Estos son algunos de sus desafíos. Junto con las nuevas generaciones, mejor adaptadas a las corrientes propias de esta época, contamos también con establecimientos de varias décadas de antigüedad, que han sabido sobrevivir superando no pocas vicisitudes, hasta hoy. Poniendo el alma en juego cada día.