De una campaña a otra y tiro porque me toca hemos llegado ya al tercer combate electoral en menos de doce meses. Una sucesión de eslóganes, mítines y enfrentamientos huecos que asimilan unas convocatorias con otras hasta el extremo. Primero elegimos a los alcaldes y concejales, luego al presidente del Gobierno y diputados y ahora a los parlamentarios y al inquilino principal de la Casa Rosa. De acuerdo, son motivos electorales diferentes y con candidatos ¿distintos?, pero las campañas parecen hechas con el mismo molde por mucho estratega superpensante que haya detrás. Aunque en su defensa hay que reconocer que con un empacho electoral como el actual hacer que el mensaje llegue y cale se antoja complicadillo. Así que el resultado vuelve a ser un intento de diálogo directo con el lado emocional del votante. Los unos, alentando el miedo a que las tijeras centrales se conviertan en sierra eléctrica en el sur. Los otros, con el pasado reciente en la mano y el dedo señalando a los tribunales por donde actualmente pasan exdirectores generales mientras sus jefes esperan su turno. El miedo al futuro frente al miedo a que el pasado continúe siendo presente. Dos grandes argumentos centrales acompañados de las tradicionales batallitas locales y la venta de éxitos de última hora.

En estas últimas categorías de estrategia electoral se enmarca, en la primera, claro, el culebrón del Prado. Una propuesta con la que Javier Arenas, pase lo que pase el 25-M, ya es ganador por haber tomado la iniciativa, una de las claves del juego electoral. Lo triste es que la idea de tener la marca del Museo del Prado en Málaga pueda quedar en nada tras la contienda. En la modalidad «y tú más», los másteres pagados con dinero público (la noticia es que aún quede) han sido la estrella esta semana. Un tema en el que el PSOE tiró la primera piedra, pero que al final ha salpicado a todos por igual dejando al descubierto además el nivelito de nuestros representantes políticos.

Queda por ver si para cumplir con la tradición también se desenquistan problemas de esos que parecen imposibles de solucionar y que la magia de las elecciones resuelve. O por fin concluyen esos proyectos prometidos hace tropecientos años y que parecen no llegar nunca. Es la parte positiva de toda campaña, que también la hay aunque parezca imposible. Quizá ahí este la clave para resolver, por ejemplo, la surrealista situación del IES La Maroma, de Benamocarra. No sería extraño que las partes encontrasen precisamente ahora la manera de arreglar el tema, aunque de momento no pinte bien. Los doscientos alumnos afectados y sus padres se lo agradecerían y el alcalde y el delegado de Educación podrían vender el logro para la causa electoral. Precisamente lo que hicieron los socialistas el viernes en uno de los primeros actos de campaña en Málaga. Desde Cártama anunciaron que el hospital del Guadalhorce, cuya construcción comenzó en 2005 y que estaba previsto estrenarse en 2008, abrirá en 2013. Con un considerable retraso, de acuerdo, pero qué mejor noticia para vender ahora frente a los rumores de privatización de la sanidad desde el partido de enfrente.

Y así, dos semanas más hasta que llegue el gran día, que esta vez parece que sí es decisivo según la última encuesta del CIS. Otro motivo, junto a la crisis, que podría haber empujado a los estrategas electorales a convertir la campaña en algo diferente. Tal vez en un generador de ilusión y no de miedo, con grandes dosis de sentido común y sin juego sucio. Con realismo, pero ofreciendo a la vez un algo de esperanza. Otra vez será.