Javier Arenas va depurando su mensaje conforme avanza la campaña y deja la artillería pesada para Oña y Sanz, para los dirigentes locales, los espontáneos, exaltados o llegados de Madrid.

Él habla en presidente y promete lo mismo reducir el número de delegados provinciales de las consejerías que habla de que la suya será una legislatura de grandes pactos, hasta ocho en distintas materias. Habla de que gobernará desde el diálogo. Arenas dice saber cómo acabar con la sequía, mitinea sobre las pensiones, la pesca y los gorriones. Le han dicho que se muestre inmune a los ataques y que eleve su figura por entre la melé. Que sea primus inter pares y haga una campaña presidencial. Lo malo es que habla poco de valores.

Griñán habla en esta fase de campaña de cosas menos tangibles. No hace tantas propuestas concretas, casi no realiza promesas. Pero sí recurre al tradicional método de azuzar el miedo a la derecha. Con un matiz: lo personaliza en Arenas. Griñán dijo ayer que Arenas sólo busca llevarnos al pasado. También: que lo único que va a traer es miedo. O: tiene prevista una gran subida de impuestos. El PSOE trata de hacer ver que el cambio no es tal, porque lo que traerá Arenas es lo ya conocido en Madrid, Rajoy, Guindos y Montoro. Esa es la guerra y la inversión de papeles: el líder de la oposición se expresa como quien quiere seguir gobernando. El líder del PSOE enjuicia al PP como si gobernara ya. Bueno, de hecho, gobierna en Madrid.

–Oiga, ¿y qué pasa con Izquierda Unida?

A Valderas le ha dado un subidón de azúcar y melaza, de gusto pal cuerpo, después de salir hora y pico en Canal Sur en un mano a mano con el presidente y aún se está reponiendo del subidón. Valderas, no el presidente.

Tal vez por eso ayer se fue a las inmediaciones de un hospital a hacer campaña, por si sufriera caso de patatús político por descontrolamiento al alza de los niveles de vanidad en sangre, le pillaran cerca las urgencias.

Valderas quiere blindar por Ley (la otra forma de blindar, qué es, ¿por huevos?) las prestaciones sociales. Para ello quiere modificar el Estatuto e incluir éstas entre las materias sagradas e intocables. Dirá el hombre que si se ha modificado la Constitución por la cara y en un pis pas para introducir lo del déficit, que aún estando bien no deja de ser un asunto-parámetro ideológico, o sea, liberal, no sabemos por qué no habría de modificarse una constitucioncita para perpetuar algo no importante, más bien esencial. Aquí va tratándose de que al menos si nos caemos muertos en una cuneta no le toque pagar a la familia el traslado de los despojos y quema de ropajes.

Valderas también quiere que no se privaticen servicios sanitarios, lo cual ya es intolerable para el Partido Popular, que si bien viene pujando fuerte y sinceramente para que haya un tercer hospital en la capital de la provincia, son miembros de sus filas los que vienen haciendo lucrativo negocio en la región a costa de donde no llega la sanidad pública.

Las clínicas privadas florecen como almendros ahora. Sales de tu casa y hay una. O hay un anuncio de que hay una cerca. Subes al coche, pones la radio y se anuncia otra. Ahí están con sus quirófanos de diseño. Quirófanos donde todos somos (casi) iguales. No importa que seas presidente o aspirante, de IU o de PP, calvinista, remero o de Huelva. Bueno, salvo que tengas mucha pasta. Entonces eres cliente y no paciente. Te dan bien de comer y zapatillas. Como a un presidente.