Paralizar la ejecución del último tramo del metro de Málaga se plantea como una opción peligrosa si queremos aspirar a que el proyecto sea una realidad. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, quizás llevado por la marea electoral que nos inunda estos días, ha mostrado su apuesta por no ejecutar las obras del último tramo para replantear el paso del tren de la costa por el Centro. A priori puede parecer una buena idea, pero dado el grado de indefinición de un proyecto como el tren litoral, que lleva casi una década planteándose, no parece aconsejable vincular la ejecución de un tramo clave para el futuro del metro a un proyecto que no tiene ni financiación ni plazo de ejecución cerrado en un futuro cercano. De hecho, la caída de las inversiones estatales hace que al menos en los dos próximos años sea poco probable que se pueda disponer de un proyecto coherente y viable del tren litoral.

Es cierto que siempre se ha hablado del tren de la costa sin que nadie haya dejado claro cómo se conecta la Costa del Sol Occidental con la Axarquía. Málaga capital representa el nudo clave que hay que salvar, para lo que hay que contestar a esta pregunta: ¿Se cruza la ciudad por debajo del eje litoral o se opta un trazado por el norte de la ciudad que obligaría a una compleja maniobra para llegar a la estación? El problema es que estamos como estamos y frenar una obra como el metro para intentar responder a esta pregunta sin dinero que respalde los estudios, se antoja como un lujo que no podemos asumir.

El metro sin la parada en la plaza de la Marina es un experimento. Es un capricho para una ciudad que no se puede permitir lujos ante la gran cantidad de necesidades que tiene. Se abrirá así en 2013, sí, pero esto sólo tiene sentido si en un plazo concreto se llega al Centro. Si no, mejor dedicar los túneles a la cría del champiñón, que seguro que es más rentable que tener funcionando un metro cojo y manco, sin fecha de finalización.

Si analizamos la historia de los metros del mundo veremos que, sin excepción, las primeras líneas siempre conectan el centro de las ciudades con otros puntos de la ciudad. No tiene sentido, y menos en una ciudad en la que el Centro es clave en su vida diaria, que el metro se quede a las puertas durante varios años más de los deseados. No olvidemos que este tipo de obras son como un tren de mercancías, valga el símil, cuesta arrancarlos y que cojan velocidad, pero una vez en marcha, siguen su camino. Si paramos ahora la obra del metro, ¿quién lo arrancará?