Una semana que comienza con unas elecciones autonómicas, sigue con una huelga general, alumbra el nuevo marco presupuestario nacional, incluso pasa por un macrobotellón primaveral, y termina en Domingo de Ramos no puede ser una semana normal. Parece difícil que sólo siete días puedan aglutinar tanta actividad pero lo cierto es que la que hoy termina ha sido una semana intensa, sobre todo en lo que a los dos primeros acontecimientos se refiere. Y es curioso el efecto solapamiento de tal sucesión de hechos. Probablemente las aguas volverán a su cauce tras la Semana Santa o puede que incluso surjan novedades en el plano político que se entremezclen con las procesiones. Pero lo cierto es que el segundo sucedido clave de la semana, la huelga general, ha desplazado del primer plano a los comicios regionales y su inesperado resultado. Lo que tal vez incluso haya venido bien a sus protagonistas, un Javier Arenas en horas bajas tras un subidón anticipado y, visto lo visto, precipitado, y un tándem Griñán-Valderas con una difícil carrera por delante. Y es que los líderes de PSOE e IU están obligados a pedalear en el mismo sentido en el futuro si quieren asumir con responsabilidad la tarea encomendada, pero es probable que sufran empujones de un lado y de otro para hacerles caer de la bici. Por eso, nada mejor que poder contar con un periodo de reflexión postelectoral en el que madurar un futuro gobierno que responda a los grandes retos de todos, que no son pocos.

Tras la huelga general y su correspondiente resaca, la Semana Santa dará aún más tiempo para perfilar el nuevo ejecutivo andaluz y sobre todo las primeras políticas a poner en marcha. Un poco de calma que podría ser útil también para, una vez ganados los comicios contra todo pronóstico, comenzar a corregir errores del pasado y aprovechar esta nueva oportunidad. De momento, la presión por la banda más a la izquierda ya ha dado su primer resultado en forma de un sí a una comisión de investigación sobre el turbio asunto de los ERE. El socialista Griñán no ve ahora ningún problema para investigar lo sucedido en el Parlamento, pese a haberse negado a ello en el pasado más reciente. Si se crea finalmente, será la primera comisión de investigación parlamentaria en Andalucía desde los noventa. Un cambio que, no obstante, pierde todo valor al llegar de la manera que llega.

Pero hay muchos otros desafíos que el próximo ejecutivo andaluz tendrá que afrontar, empezando por el drama del paro, y seguramente lo mejor sería que el noviazgo de PSOE e IU fuera corto. Un matrimonio o una pareja de hecho, como mejor prefieran, sería más útil en estos momentos. Un gobierno de dos, pero bien avenidos, con las cosas claras y sin continuos tiras y aflojas que desestabilicen más aún la situación. Valderas sabe que puede llevar los pantalones pero en su mano está también actuar con responsabilidad y no dejarse embriagar por el aroma del poder.

El tercero en discordia, el popular Arenas, será realmente quien viva los próximos días su auténtica semana de Pasión, tras haber soñado despierto con preparar su mudanza a la Casa Rosa tras el 25M. Un campeón virtual que ha tenido que conformarse con las mil y una variantes de la «victoria amarga» lograda. Quién sabe si en esos sueños pretriunfo no habría imaginado su entrada triunfal a San Telmo cuatro Semanas Santas después de la salida de Manuel Chaves y la llegada del interino Griñán. Incluso puede que le diera las gracias por anticipado a la Macarena en aquella visita el febrero pasado acompañando al absuelto Camps. No pudo ser, pero sus fieles insisten en que seguirá en Andalucía y al frente del partido. Puro fervor.