Swing andaluz, por Francisco García Castro

Una vez celebrada las elecciones autonómicas en Andalucía, una vez conocido sus resultados y las posteriores consecuencias de estos, la banda de «swing fúnebre» de los jinetes de la derecha mediática, esto es, Pedro «alevosías» Ramírez, Eduardo «chusquero» Serrano, Grabiel «de primaria» Albiac, Sánchez «gliglico paranoide» Dragó, Carlos «riverita» Dávila, Salvador «a la orden» Sostre y varios columnistas «metralla» de bajo coste, han decidido hacer gira por España vilipendiando y vejando la decisión libre y soberana del pueblo andaluz.

No pueden digerir la realidad y comienzan a desafinar de manera estrepitosa, dejando claro que son una «banda de mediocres», incapaces de comprender y entender la «melodía» (cuando digo melodía quiero decir Democracia). Una «banda de derrama tintas al servicio bufonesco de la ira». Una «banda de tipos que mean en grupo» y gustan de bajar a tierras andaluzas para tumbarse desesperadamente «cara al Sol».

A ellos: el pueblo andaluz ha tomado una decisión, y cargará con ella atendiendo todas sus consecuencias, positivas o negativas, pero créanme, esta carga es mucho más llevadera que tener que cargar con una Democracia a disgusto por ser «pocos y además cobardes».

«...Sea por Andalucía libre, España y la Humanidad». Este es mi swing. El swing de un andaluz libre.

Nueva ley electoral, porFrancisco Jiménez Urreta

El mayor engaño del sistema democrático ocurre cada vez que se convocan elecciones de cualquier tipo, en lo referente al recuento de votos, mayorías absolutas o relativas y al ganador de las mismas.

El absurdo más completo, y permitido por todos los partidos, ocurre cuando un partido gana en votos, y que por lógica democrática debería de gobernar, no ocurriendo así, como pasará en Andalucía, y en Asturias, donde con la suma de votos de otros partidos desbancan a quien en buena lid, y en mayor número de votos ha ganado limpiamente.

Estas maneras nada justas, ni verdaderamente democráticas, repito, son toleradas, permitidas y llevadas a las máximas consecuencias por todos los partidos, engañando al electorado y engañándose ellos mismos, los políticos y los partidos.

Esta, es para mí, otra forma de corrupción, y maniobras de acuerdos y leyes, donde los partidos incumplen y pervierten la esencia misma de la democracia.

«Un hombre o mujer, un voto», y con esa justa y democrática premisa, un ganador o un vencedor, siempre, quien más votos tenga.

Es urgente un cambio de la Ley Electoral, por el bien de la democracia.

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