Mi primera pregunta es para los que dicen velar por nuestro bienestar, seguridad, salud, educación, trabajo... O sea, para aquellos que nos gobiernan: ¿Alguien puede decirnos cuándo va a parar esta brutal escalada de precios? Todo el mundo entiende que, con las cosas como están, haya que hacer esfuerzos. Muy bien. ¿Pero no hay otras opciones que no pasen por subir los precios de absolutamente todo? Luz, gasolina, gas, tabaco, impuestos... ¿Hasta cuándo vamos a soportar los ciudadanos que quiebren nuestra economía personal para recomponer los desaciertos de la banca? ¿No están tensando demasiado la cuerda los señores de las corbatas, los maletines y los traseros orondos? Cada día veo más personas dispuestas a aplicar la solución de Islandia. La historia nos ha enseñado que hay muchos tipos de crímenes. Y el económico debería empezar a ser perseguido con mayor contundencia. Criminalizar a los mercados sería una forma de empezar, pero habría que ir más allá y buscar a los administradores, políticos y gestores que han propiciado con su inoperancia y falta de previsión que nos encontremos al borde de este precipicio.

Y de un precipicio pasamos a un remolino, que es lo que los malagueños hemos encontrado a las puertas de la Aduana. El futuro Museo de Málaga abrirá sus puertas el año que viene -si todo marcha según lo estipulado- albergando las secciones de Arqueología y de Bellas Artes. Ambas, y no sólo una como prometía el PP si lograba hacerse con las riendas de la Junta de Andalucía. José Ignacio Wert, Elías Bendodo y Francisco de la Torre incluso visitaron las obras para reforzar la idea -tramposa y falta de rigor- de que la Aduana se convertiría en una especia de sucursal del Museo del Prado y que la colección arqueológica no estaría incluida en el nuevo museo. La Junta, que tildó aquello de un despropósito y una artimaña electoralista cuyo único objetivo era retrasar la apertura del museo, viene ahora a contarnos que bueno, que no es tan mala idea. Paulino Plata cree que el ciclo 'El Prado Itinerante' sería beneficioso para impulsar el centro malagueño. Sea como sea, creo que lo único que interesa a los ciudadanos es la apertura de la Aduana. Sin demora: llevamos mucho tiempo esperando nuestro museo.

Por último, destacar que las librerías de Málaga muestran con orgullo estos días en sus estantes un delicioso libro en el que el periodista Francis Mármol persigue los pasos de Camarón de la Isla por Málaga. Bajo el simbólico título 'Boquerón de la Isla', el volumen tira de hemerotecas, biografías y testimonios de artistas y amigos que compartieron experiencias con el cantaor de San Fernando para trazar un certero recorrido por los días y las noches que José Monje Cruz pasó en nuestra provincia. Málaga cambió la vida de Camarón desde que Miguel de los Reyes se cruzase en su camino. Y Francis Mármol ha recompuesto la biografía del 'príncipe gitano' resaltando sus intensos lazos malagueños. Ya por siempre inquebrantables.