H­­­ace unos días aparecía un senador del PP en los medios. No, no había propuesto algo interesante. No. No había denunciado algún tipo de injusticia social ni tampoco estaba representando a un grupo de ciudadanos en algún tipo de causa justa. Lo único que había hecho era ser sincero y decir lo que pensaba.

Según el portavoz de sanidad del Partido Popular Jesús Aguirre: «Ya no estamos en campaña; es momento de decir lo que verdaderamente pensamos».

Alto y claro. Y sincero. Muchas veces relacionamos la sinceridad y la honestidad con el bien y no siempre debe ser así. En este caso la sinceridad de este caballero no hace sino evidenciar su falta de honradez política.

Si trasladamos este caso a Málaga y siguiendo con senadores, nos encontramos con las incongruencias y falsas promesas de nuestro alcalde, Francisco de la Torre.

Durante las campañas electorales, estamos acostumbrados en Málaga a escuchar de boca del senador dos discursos fundamentales: Por un lado está el de contar lo que el PP ha hecho por Málaga y por otro el de prometer lo que va a hacer. En ambos casos, estas retahílas de cuestiones imposibles van aliñadas con arengas sobre lo mala que es la izquierda andaluza que, en la mayoría de los casos, impide el progreso y desarrollo de Málaga en cualquier faceta posible.

El problema viene cuando analizamos en detalle sus discursos. ¿Hablamos de lo que ha hecho? Podemos intentarlo. Podemos hablar del desastre, en parte innecesario, de la remodelación de la plaza de la Merced y su entorno del cual seguimos padeciendo su mal planteamiento con obras eternas que colapsan el Centro. Podemos pensar que se trata por el bien de Málaga pero al pasearse por la zona uno no sabe si la obra ha sido por el bien de Málaga o por el de los dueños de las terrazas. Terrazas que a día de hoy en Málaga tienen más espacio que los propios viandantes en el Centro.

Podemos seguir hablando de lo que ha hecho en Málaga. De las grandes obras apuestas como el museo de las gemas y la vergüenza de Art Natura. Podemos hablar de la incompetencia del Ayuntamiento para crear edificios como la sede de Urbanismo con sobrecostes alarmantes. Podemos hablar de tantas cosas que son desastres pero que él trata como éxitos…

Aunque también se debe analizar sus promesas. Ambiguas. Inexistentes. El alcalde de Málaga, el senador De la Torre, conoce la manera de hablar sin decir nada. De dar charlas en los actos e intentar prometer lo imposible sin ni siquiera decir qué es.

Aceptemos que lo que hace, lo hace mal. Es evidente. El resultado de tantos años de gestión municipal no han dado sus frutos. Se admite pues es evidente. Pero lo que no comprendemos es cómo tiene la capacidad, por no denominarlo de otra manera, de seguir pronunciándose con ese entusiasmo sobre el estado de la ciudad. Nos lleva a pensar que vive en una eterna campaña electoral y que, como a su compañero en el Senado, le resulta sencillo mentir y no decir lo que piensa con el hecho de ser votado y ganar en las urnas. El problema es que sale perdiendo alguien importante, Málaga y sus ciudadanos.

No toleremos más que el alcalde De la Torre diga que Málaga está muy bien mientras tengamos la plaza de la Merced sin conectar con calle Granada y Alcazabilla, mientras tengamos los baños del Carmen en un estado ruinoso, mientras tengamos el casco histórico como si fuese Sarajevo, mientras se gasten dineros vergonzantes en actuaciones nimias y no se den salida a VPO aún por entregar.

¿Vas a permitir que el alcalde siga hablando de Manzanas Verdes y funiculares? O lo que es lo mismo ¿Vas a permitir que se rían de ti?

Cosas veredes alcalde, que harán hablar a las piedras.