Bruce Chatwin nos contaba que en la isla de Capri residieron tres célebres narcisistas nórdicos que practicaron con talento y originalidad el arte de la literatura, aparte de construirse unas casas muy singulares junto al mar: Curzio Malaparte, Axel Munthe y el barón Jacques Adelswärd-Fersen. Los tres quisieron que sus casas en la Isola di Capri fueran lugares algo oníricos, casi como escenas de La Isla de los Muertos de Böcklin. Una prolongación de sus personalidades y su creatividad a través de la arquitectura.

Curzio Malaparte compró el Capo Massullo en un salvaje rincón de la costa de Capri para construir en ese paraje de rocas y mar su Casa Come Me. El escritor y periodista era alemán por parte paterna. Fue bautizado como Kurt Suckert. Su padre, Erwin Suckert, era un empresario de Sajonia, casado con una dama florentina. Curzio Malaparte decidió un día eliminar el nombre de Suckert. Amaba a las princesas y a las campesinas que se cruzaban en su vida. Su meteórica carrera en el movimiento fascista italiano tuvo serios problemas cuando empezó a criticar abiertamente las corbatas de Mussolini. Llamado a la presencia del dictador, le dijo: «Duce, permítame usted una última palabra en mi defensa. Incluso hoy lleva usted una corbata horrible.» El iconoclasta Malaparte al final fue encarcelado en la Regina Coeli por el régimen y desterrado a la isla de Lipari.

El senador Giovanni Agnelli, presidente de la FIAT nombró en 1929 a Malaparte editor de La Stampa, el diario de la familia Agnelli. Los Agnelli siempre fueron buenos conocedores del talento ajeno. Me lo comentaba en una cena en Marbella mi buen amigo Cesare Romitti, entonces presidente de Alitalia. Pronto sería el futuro hombre fuerte del grupo FIAT. Por cierto, siempre le agradeceré que nos permitiera a mi mujer y a mí conocer Tailandia antes de que llegaran millones de turistas.

Axel Munthe, médico, nacido en la Suecia profunda, provenía de una dinastía de influyentes clérigos y burgomaestres, llegada de Flandes. Fue amigo de Strindberg y del príncipe Eugenio Bernadotte, hijo del Rey de Suecia. Vivió en Roma. En la que había sido la casa de Keats, en la escalinata de la plaza de España, enfrente de nuestra embajada. En una visita a Capri compró un lugar que podía haber sido el asentamiento de una de las doce villas que el emperador Tiberio tuvo en la isla. Allí construyó la Villa San Michele, alma de uno de los libros más leídos y traducidos sobre la vida en un lugar exótico: La historia de San Michele. Según Chatwin era un libro pretencioso. Quizás por eso otro príncipe de la familia real sueca, Karl Bernadotte, decidió hace medio siglo instalarse en Churriana, donde las vistas sobre el mar no eran tan dramáticas y donde las estatuas de deidades greco-latinas y los bustos de antiguos emperadores hubieran resultado excesivos. Curiosamente, esos dos célebres vecinos de Capri, Curzio Malaparte y Axel Munthe, coincidieron en 1943 en el mismo avión de Roma a Estocolmo. El médico sueco huía a Suecia, donde sería huésped del Rey. Temía la llegada de los alemanes a Italia. Malaparte, rehabilitado como periodista, iba a cubrir la guerra entre Finlandia y la Unión Soviética.

El barón Jacques Adelswärd-Fersen era un joven y pudiente esteta sueco-francés. Pensó que había encontrado en un escarpado lugar de la costa de Capri un lugar perfecto para escribir poesía, cerca de las ruinas de la Villa Jovis, otra de las residencias del emperador Tiberio. Allí construyó el barón su casa con vistas al mar: La Gloriette, más conocida como la Villa Lysis. Norman Douglas siempre se sintió culpable de haber introducido al aristócrata sueco-francés en Capri. Presumía el barón Adelswärd-Fersen de ser descendiente del «Beau Fersen», aquel apuesto noble sueco que pretendía haber sido el amante de la reina Marie-Antoinette de Francia.