Están por todos lados, cada vez de más edades y tipos. No son una tribu urbana porque están en todas las tribus urbanas.

Van por cualquier calle, por el Centro de Málaga mismo, pero van mirando hacia abajo, no miran por dónde van, miran el teléfono móvil: son Los Cabizbajos.

En realidad todo empezó con los auriculares, gente que llevaba en las orejas sus cascos para oír música o la radio y caminaba tan pancha, en algunas ocasiones hasta riéndose,pero en ese caso no era muy grave porque iban mirando a la gente a la cara y si alguien te saludaba podías perfectamente corresponder al saludo y seguir adelante.

Pero ahora, con la nueva tribu de Los Cabizbajos, eso ya no pasa. Ya no se puede hacer como antiguamente, días en los que ibas por la acera, veías que alguien más o menos conocido venía por la acera de enfrente, un amigo quizá, y entonces lanzabas el mentón al aire y decías «¡eh!» y él te respondía con un arqueo de cejas, tipo duples en el mus, «¡ay!», cuatro letras que deban mucho de sí.

Os habíais saludado, preguntado por la familia y por la salud con un simple gesto, si además acercabas pulgar y meñique a la cabeza como formando un teléfono, le habías dicho que os llamábais y quedábais.

Hoy eso ya no pasa, no podemos comunicarnos con la gente por la calle, ni ver los monumentos, ni disfrutar de la ciudad. De hecho, ahora las nuevas situaciones son tropezar con los puestos de almendras y patear los cestos para monedas de los músicos o estatuas vivientes.

Son Los Cabizbajos, han invadido Málaga y el único contento es el mármol de calle Larios que está «mu mirao».