Hablo con ella. Es una chica de apenas trece años. Disimula su timidez agarrándose una mano con la otra durante toda la entrevista, sentada echando el cuerpo hacia delante. Pero su sonrisa la delata: le divierte hablar de su triunfo en el campeonato de Andalucía de Triatlón en la categoría infantil. Todavía es una niña. Se llama Ana Carvajal y nada como un pez, marcha como un galgo y corre en bicicleta como si fuera siempre cuesta abajo. Mientras hablamos miro al fondo la mirada arrobada y orgullosa de su padre, de quien quizá ha sacado la timidez y la modestia nuestra pequeña gran campeona. Se llama Ana por su madre, aunque ella no sabe nadar, y saluda a su hermana de diez años que también es deportista. The Little iron wooman…

La Roja. Parecida sonrisa lucían algunos jugadores de La Roja que anteayer se divertían por fin como niños moviendo la pelota contra Irlanda. Al margen del golazo que parecía casi imposible de Silva, ese trabajador incansable en el campo que saca por tesón la misma nota que los más listos de la clase, el fútbol que juegan los viejos y los nuevos de esta selección se agradece como agua de mayo. Me ha hecho mucho bien este jueves entrevistar a la campeona infantil de triatlón y mirar luego jugar a España por la tele, aunque Irlanda no demostrara ser más que un equipo noble y voluntarioso con algún guerrero aislado, como su hinchada, a la que daba gusto ver pasárselo en grande en la grada y corear a su equipo más fuerte todavía cuando ya perdía con cuatro goles en contra. Qué diferencia ver a estos derrotados que no se comportan como perdedores con algunos ultras rusos, por ejemplo, y las penosas escenas que han protagonizado en su encontronazo con los polacos con la excusa de viejas enemistades políticas que, es más que probable en mentes rapadas como las suyas, que muchos no conozcan ni de manera superficial.

La bicha. Quizá haya que ir aprendiendo del carácter de los irlandeses si la prima de riesgo nos pone definitivamente a los pies de los caballos teutones de la señora Merkel y de las serpientes voladoras de los mercados. Pero no quiero volver a mentar la bicha -ni las últimas «recomendaciones» del innombrable FMI- en este humilde rincón de sábado, porque argumentar una y otra vez que esto se hunde no arregla nada y lo empeora todo, como advertía ayer en La Opinión el presidente de los empresarios malagueños, el también pintor Javier González de Lara -pinta unas marinas evocadoras-: «Como consecuencia de la persistente crisis no hay día que los medios de comunicación, escritos o audiovisuales, no dejen de disparar mensajes negativos que calan hasta el alma de los ciudadanos, generándose dudas sobre la solvencia económica y, lo que es peor, sobre la capacidad de recuperación incluso emocional de nuestro país. El nivel de contaminación informativa está poniendo a prueba la resistencia de los ciudadanos. Y van cinco años».

Tiempo. Por supuesto que no se trata de ocultar la verdad, como quizá se hizo durante el gobierno anterior y ahora pretende hacer éste, desde un paternalismo tan insoportable como interesado, sino de no pintar de color salmón las portadas de los periódicos y los titulares de los telediarios, porque así sólo nos queda el negro para las páginas de economía. La prima sigue por encima de los 500 puntos. Pero la economía española se decía al borde del desastre desde que la prima superó por primera vez los 300. Ahora celebraríamos con champagne volver a esas antaño cifras del desastre. El economista y académico Ignacio Buqueras, que ha estado en Málaga en su empeño de convencernos, pese a la crisis y sus trágicas consecuencias laborales, de que debemos racionalizar los horarios en el trabajo y en la vida, me insiste en que lo que debemos hacer es aprender a distribuir el tiempo desde que somos más chiquitos que la campeona Ana Carvajal, y salir del trabajo -el que lo tenga- a las cinco de la tarde como muy tarde. Esto aumentaría nuestra productividad, y no lo contrario, y nuestra calidad de vida.

Paloma. Pero qué hacer a esa hora en casa, acostumbrados como estamos a vivir para trabajar. Pues jugar con nuestros hijos, hacer con ellos los deberes o sentarnos a leer con ellos en el sofá, hablar con nuestra pareja, salir juntos a andar por el barrio o por el paseo marítimo, visitar a nuestra madre… en fin, eso que llaman vivir, quizá. Horarios europeos para un pueblo que ahora pide a gritos más Europa -cómo echo de menos al gran europeísta malagueño Alejandro Rodriguez Carrión, catedrático en Derecho Internacional y en inteligencia emocional, mi tristemente desaparecido asesor de lujo en temas de la UE-… De Alejandro me habló también alguien la hasta ahora políticamente desconocida, la abogada Paloma García Gálvez. Ambos le compartimos como profesor y como amigo. Claro que también hablamos de la moción de censura que presumiblemente la convertirá en alcaldesa de Benalmádena el sábado que viene, pactada por el PP con el concejal «independiente» Francisco Salido, tal y como destapó hace casi un mes este periódico, aunque luego se desmintiese. Paloma era ya una señora en la facultad y lo sigue siendo ahora. Otra cosa es que la urdimbre de la moción que la va a llevar a la alcaldía y a desbancar por segunda vez de la misma a Javier Carnero sea señorial. Ya lo veremos… Porque hoy es Sábado.