El turismo no está en crisis, otra cosa distinta es que la crisis afecte al turismo como se percibe en el estancamiento de la rentabilidad empresarial pese al aumento en el número de pernoctaciones y viajeros llegados a la Costa del Sol en 2011. Esta es una de las principales conclusiones del foro de turismo que La Opinión de Málaga publica en las páginas siguientes en colaboración con Cajamar y que sirvió para la primera toma de contacto directa del nuevo consejero de Turismo, Rafael Rodríguez, con una parte cualificada de la industria costasoleña y para debatir y analizar los innumerables retos a los que se enfrenta la principal actividad económica de la provincia.

Los presentes coincidieron en que el turismo goza de tan buena salud como de alta dosis de incertidumbre, y que cada vez hay más preocupación por la competitividad futura de un destino maduro que en demasiadas ocasiones se empeña en exhibir sus fortalezas como debilidades. Posiblemente existan pocas zonas turística tan preparadas, con tan buenos profesionales y con una excelente oferta complementaria como la de nuestra provincia, pero hay una serie de indicadores que avisan de que es necesaria una urgente parada y fonda para trazar líneas estratégicas que definan qué tipo de oferta y demanda turística queremos en el futuro. Aún nos mantenemos gracias a la extraordinaria inercia del fenómeno del turismo de masas que hizo célebre a la Costa del Sol en las últimas décadas del siglo XX, pero el turista del siglo XXI es radicalmente opuesto en sus necesidades, preferencias y motivaciones a la hora de viajar. Si a esto le unimos que ya hay tantos destinos turísticos como regiones, es lógico que se encienda la luz de alarma que avisa de un agotamiento tanto en la forma de trabajar y promocionar la demanda como de gestionar la oferta. El reto no es menor, pero merece la pena porque la oferta, aunque se puede mejorar, ya la tenemos, sólo hay que despejar las incógnitas que nos hacen perder competitividad cualitativa a pesar de ganar en peso cuantitativo.

La rentabilidad hotelera es similar a la de 2003 y cada vez se reserva más a última hora a la caza del chollo, lo que inyecta alta dosis de incertidumbre al empresario. Esta tendencia puede generalizarse y desembocar en una guerra de precios a la baja, lo que perjudica, sin duda al destino, pues la Costa del Sol no debe competir en precios con otras zonas como las del norte de África donde el coste de la mano de obra es menor y que dañaría a la calidad de nuestro producto.

Es significante también la paulatina bajada de la estancia media cada año; que el presupuesto medio del viaje del turista, sobre todo nacional, descienda un 18,9%; o que cotice a la baja el gasto medio diario de bolsillo del turista. Por ello, uno de los objetivos será buscar las fórmulas que permitan mejorar los ingresos con menos turistas renovando la oferta de productos para aumentar la estancia media; creando otros que incentiven el consumo o implantando la comercialización directa de las empresas turísticas vía internet con el cliente. Hoy en día, por ejemplo, es imposible para un turista de golf reservar a través de internet las salidas a los campos.

No menos peligrosa es la espiral en la que está cayendo la estacionalidad turística, que no sólo no se reduce, sino que va en aumento, subida al bólido de la recesión y de la incertidumbre. Otros destinos como Baleares lo tienen asumido, pero la Costa del Sol tiene las cualidades de un destino que puede abrir durante todo el año. La provincia batió su récord en 2011 con una diferencia del 38,5% en la ocupación entre invierno y verano, una contradicción enorme pues la Costa del Sol, a diferencia de otros destinos, tiene el clima y la oferta suficiente para ofrecer un producto los 365 días del año. El reto, que se traduce en empleos y movimiento económico, será potenciar la promoción de este destino y poner en valor la oferta de congresos, golf, interior, cultural... para activar la demanda como la del turismo senior.

En el foro quedó claro también que el actual modelo de la Costa del Sol pierde competitividad a marchas forzadas, pero todos los presentes suscribieron que la provincia tiene las herramientas para salir más fortalecida de la crisis si se aprovecha ésta para reforzar sus fortalezas. Uno de los peligros viene por la dependencia de este destino con el mercado británico y nacional, que aglutinan casi el 70% de las estancias, lo que evidenció en el foro la necesidad de trabajar los mercados secundarios y emergentes y un reformulación de la promoción turística. De hecho, los empresarios hoteleros solicitaron a las administraciones un fortalecimiento de la marca «Costa del Sol» y que se optimizaran los recursos de todas las instituciones en materia de promoción.

Otros deberes que quedaron sobre la mesa es la potenciación de nuevos segmentos sin olvidar que casi el 70% de los turistas nos visitan por el sol y la playa; la comercialización por internet; la idoneidad de la asistencia a las grandes ferias turísticas; la sostenibilidad del turismo; la necesaria rebaja del IVA turístico o las tasas aeroportuarias; la calidad en la formación de los trabajadores; el mantenimiento del plan Qualifica; la necesaria financiación de la industria turística para modernizar la más que aceptable planta hotelera pero que le permita ser más competitivo en un futuro; un análisis del exceso de oferta hotelera; o el maldito estado de algunas playas debido a su falta de limpieza, calidad de la arena, accesibilidad, servicios o la suciedad de sus aguas...

Los retos del turismo del siglo XXI necesitan soluciones del siglo XXI y para ello contamos con los mejores profesionales turísticos y masa crítica para avanzar.

[Juande Mellado es director de La Opinión de Málaga]