Me gusta oír a la gente. Cuando estoy en la cola del pan, en un bar, en el banco o por la calle. Suelo agudizar los oídos de vez en cuando para comprobar cuáles son los temas de actualidad, qué es lo que más inquieta, preocupa o indigna a la sociedad. En los últimos meses, oigo más hablar, cómo es lógico, de aquello que más transmite la televisión. Tendemos a dejarnos llevar por la actualidad inmediata. Por lo que nos meten a través de los ojos por la pequeña pantalla. Desahucios, rescates a los bancos, violencia de género y Navidad. De pasada, como quien no quiere la cosa, es mencionada la cifra de parados, que ha aumentado en más de 74.000 personas durante el mes de noviembre. Se incrementa por cuarto mes consecutivo. El número roza de forma insultante los cinco millones de desempleados. En total, 4.907.817 personas, su nivel más alto en toda la serie histórica comparable, que arranca en 1996, según informó ayer martes el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Los cambios en la ley de dependencia, con modificaciones que han motivado la salida del sistema de 150.000 semiprofesionales que antes cotizaban, han provocado el peor mes de noviembre para el empleo desde 2001. No quiero pensar que interesa al Gobierno central que se hable de otros temas distintos al de la mayor lacra de la última década. El paro. Pero soy un mal pensado. Pienso que otros asuntos de interés son bancos de humo para no profundizar en un tema que es el leit motiv para hacer funcionar el motor de nuestra economía.

Es preciso darle trabajo al que no lo tiene. Cada semana me encuentro con un conocido que me dice que se ha quedado sin trabajo o que conoce a alguien que le ha ocurrido. Mientras, el Gobierno se empeña en rescatar a los bancos, que por cierto lo han hecho «de maravilla». Queda por ver el uso que harán de este dinero, después del uso fraudulento de muchos de ellos.

La última moda de las entidades bancarias es «facilitar» una ayuda al cliente a través de un asesor personal. La semana pasada me llamó por teléfono el mío, se presentó con mucha cortesía y lo primero que me anunció es que me ofrecía un crédito de 18.000 euros. Mal comienzo. Lo que quiero es que le den trabajo a mi prim@, a mi vecin@, a mi amig@. La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, dice que «no tira la toalla».

Mientras siga el binomio Gobierno-Banca con esa amistad que deja mucho que desear, la sociedad tiene todas las de perder. Es una evidencia la ineficacia del Gobierno central en el tema del desempleo. Así nos va.