No pensaba volver a hablar de la gran recogida, primero porque ya lo comenté hace unas semanas anunciando qué y porqué se hacía, y segundo porque en este frenético mundo de infoxicación, en el que se producen más noticias de las que podemos digerir, lo que pasó hace dos semanas ya no importa.

Pues bien por esto último es por lo que, a modo de recordatorio en la esquinita inferior derecha de viñeta de Forges, me dispongo a dar unos datos que descubrí gracias a la campaña de la gran recogida.

A pesar de los miles de kilos recogidos, se acabarán, y además el banco de alimentos no es capaz de prever cuándo, pues la previsiones están siendo rotas mes a mes por la situación actual nunca antes vivida y por tanto impredecible.

Al hilo del dato anterior uno de los colaboradores con alimentos en la gran recogida, voluntario a su vez de los Ángeles Malagueños de la Noche, me dijo personalmente que de las cien asistencias diarias han pasado a más de mil actualmente.

Estos dos datos me hacen pensar que la gran recogida no es sino un acto puntual de algo más importante que debería ser la revisión del modelo de reparto de alimentos que tenemos como sociedad y una concienciación de que existe otra forma de hacer las cosas.

Y finalmente el dato clave, el origen de todo esto es, según uno de los voluntarios que acompaña cada noche a las personas en la cola para pedir comida, «la maldita hipoteca», tenemos que pagar la hipoteca y mientras se debaten leyes, primas, riesgos, o si la culpa fue de los bancos o de los que se tiraron sin red, mientras se pierde el tiempo, hay gente que está pasando del primer al cuarto mundo sin más que doblar una esquina.

Mañana podemos ser cualquiera de nosotros.