P­­­ara Mariano Rajoy ha sido un año de gloria. Y Javier Arenas, como leal palmero, aplaudiendo en los escaños del Senado. Nadie como Arenas para arrancarse por bulerías. Arenas merece pasar a la antología del rumbero con arte. Las melosas Soraya Sáenz de Santamaría y Jimena de Cospedal sonríen satisfechas. Es la foto perfecta. Faltaban Fátima (por estos pagos ya se le llama Lástima) Báñez y Ana Mato. Cuatro mujeres corales y con arte a raudales para sacar a la pista de baile a Mariano Rajoy que, cada vez con más garbo, interpreta a Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia. Hoy hace un año que Rajoy se sentó en La Moncloa en el sillón todavía caliente de Rodríguez Zapatero, el fantasma que le persigue día y noche. No se entiende Rajoy sin Zapatero, el culpable de todos sus males. No hablaré, ni recordaré herencias recibidas, prometió Rajoy. Ya saben ustedes que las promesas de Rajoy son la chirigota de media Europa y España entera. Zapatero es el perfecto paraguas para resguardarse de lo que está cayendo. Un año de loor y gloria, cantaba Javier Arenas, a la espera de ser ministro.

No voy a recordar los logros de Rajoy al frente del Gobierno porque son de nota. Baste decir que tenemos medio millón más de parados, los pensionistas han visto reducido su poder adquisitivo, la reforma laboral deja a los trabajadores con despidos de hambre, pagamos por las medicinas, la sanidad se privatiza, como la educación, la amnistía fiscal da para noches de caviar para los defraudadores, se nos subió el IBI y el IRPF, tenemos hasta un banco malo, hay que pagar por ser asistido por un estado de derechos (la justicia) y, lo que es peor, el Parlamento se ha convertido en una pieza de museo, gobernando a golpe de decretos, treinta en un año. ¿Hay quien de más? Pues sí.

El sector más duro de la derecha en el Gobierno está imponiendo su ley. Lo que se está produciendo en España es, simple y llanamente, un golpe de timón a la derecha, pero a la más rancia y antigua (Wert, Gallardón). Pero hay más, los indicadores económicos señalan que España no podrá cumplir el objetivo de déficit prometido por Rajoy y se nos anuncia una recesión que será el llanto y crujir de dientes. Año de gloria y cohetes. Vamos a decirlo de otra manera, Rajoy, en este año, ha dejado España más pobre, más triste, con más paro y con un estallido social como no se recuerda.

En Andalucía, el gobierno de José Antonio Griñán quiere dejar claro que es posible otra política, al menos aquella que más directamente beneficia a los menos favorecidos, pensionistas y parados. No es fácil porque con un presupuesto de guerra como el aprobado ayer queda escaso campo de maniobra. Los recortes del Gobierno Rajoy y la ineludible obligación de cumplir con el déficit hace problemática la defensa de los derechos sociales. Pese a ello, José Antonio Griñán ha propuesto un pacto social de ocho puntos a todos los agentes sociales y políticos de Andalucía. Es un pacto que pretende primar las políticas de empleo, defender la educación y la sanidad pública, dos pilares básicos del Gobierno andaluz y otras medidas especialmente volcadas en favor de los que menos tienen y que, de entrada, no parece gozar del apoyo del Partido Popular de Andalucía. Juan Ignacio Zoido deshoja la margarita. Tiene tarea por delante y nada fácil: conseguir que el Gobierno de Rajoy no discrimine a Andalucía, porque ya se sabe que tratar de reconducir las estrategias de Montoro y su obsesión por hacerle la vida política imposible a Griñán y Valderas no es una fruslería.

P.D.- (1) No es José Antonio Griñán persona que se deje influir por las encuestas aunque estas indiquen que el PP-A caen casi diez puntos y que el PSOE-A sacaría 8,5 puntos a los populares, entre otros motivos porque los socialistas no recogen la fuga del voto prestado que obtuvo el PP-A en las elecciones autonómicas. Hay mucho trabajo por delante para reconquistar el voto perdido.

(2) María Jesús Montoro, consejera de Salud y Bienestar Social, se ha especializado en ganarle batallas al Gobierno de Rajoy y en especial a Ana Mato, la ministra del ramo. Habrá subasta de medicamentos aunque aletee la presión sobre las empresas farmacéuticas.

(3) Rafael Rodríguez, consejero de Turismo, al que tengo la suerte de conocer desde hace años, polemista riguroso en tertulias de radio, amante del diálogo y decidido defensor del turismo sostenible, se ha convertido en el mayor enemigo de quienes pretenden volver a la nefasta política del ladrillo. Me parece oírle: No habrá cultura del hormigón, no habrá pelotazos y especuladores. Dicho está.