Nos hemos pasado años soñando que Málaga podría ser una ciudad en la vanguardia del desarrollo del I+D. De disponer de un Centro Histórico que fuera algo más de un gran espacio lleno de restaurantes y franquicias. De disponer de una industria de verdad, después de perder, una a una, todas las firmas que durante años se hicieron un hueco en la ciudad. Soñar es gratis. Gracias a Dios. Las tecnocasas fue uno de esos sueños. Quizá uno de los más largos e ilusionantes. Pero no ha salido gratis. Fue una gran idea acogida por las administraciones. Parecía que algo cambiaría. Por fin se pondrían al frente de la innovación y no sólo seguirían su estela. El sueño desapareció en 2012. Hoy, seguimos con esa resaca.

La Junta de Andalucía tuvo ocho años para poner en marcha esta iniciativa. Ocho años en los que la administración autonómica mostró su incapacidad para concretar un proyecto que recibió aplausos y apoyos constantes. Ocho años en los que, si algo demostró la Junta fue habilidad por vender ideas sin tener la intención de llevarlas a cabo. Eso con la colaboración del Ayuntamiento de Málaga, que en su guerra continua con la administración autonómica sólo ha sido capaz de poner zancadillas. Lo habitual.

El problema de esto es que son decenas los proyectos que se dejaron de ejecutar de inversores privados que fueron expropiados por nada. Al igual que pequeños propietarios. Se les quitó su parcela a cambio de un pago miserable que nunca llegó. Porque siguen pendientes de abono más de 7 millones de euros de los once millones gastados en la compra de parcelas para las tecnocasas.

Para ahondar en este relato, la Junta se hizo el «hara kiri» definitivo en enero de 2012, cuando aprobó una modificación de las normativas que regulan las VPO para dejar fuera a los emprendedores, vaciando de contenido el proyecto de las tecnocasas. Eran meses previos a la esperada -y no producida- salida del PSOE del Gobierno andaluz. Luego llegó IU, a la que no le gusta la idea de promover a los jóvenes empresarios. Su apuesta era otra. Sin dinero, con un proyecto que no le gusta, que no era suyo y que había agonizado durante los últimos tres años, la Consejería de Fomento actual le dio la puntilla. Ahora propone usarlos para huertos urbanos. Once millones en expropiaciones y esta es la única idea que se les ocurre.

Nos despertamos del sueño y el dinosaurio de la incompetencia seguía allí.