Japón ha puesto en marcha un programa de estímulo económico que consiste en doblar la masa monetaria en circulación. Es decir: inundar el mercado de yenes. Con ello pretende a la vez estimular la demanda interna y devaluar la moneda en el mercado internacional, lo que beneficiará a sus exportaciones. Y a pesar de que suena a guerra de divisas, el G-20 ha saludado la determinación nipona. Sin llegar tan lejos, los bancos centrales del Reino Unido y Estados Unidos mantienen una política expansiva. En el caso americano, la determinación de la Reserva Federal consiste en darle a la máquina hasta que el desempleo esté por debajo del 6,5%. Solo Europa se mantiene timorata, prefiriendo la austeridad como remedio universal. Aunque a la hora de la verdad Mario Draghi está inyectando euros en los países rescatados, la respuesta oficial continúa siendo la devaluación interior de los países en dificultades. Ajuste, ajuste, ajuste.

Orgulloso de ello, Olli Rehn, vicepresidente económico de la Comisión Europea, ha defendido la postura en un artículo en el New York Times, para que se enteraran los asistentes a las grandes reuniones de estos días en Washington. Se ha hecho acompañar en la firma por representantes del Eurogrupo, el BCE, el Banco Europeo de Inversiones y el Mecanismo de Estabilidad Europea. Y este es el mensaje que ha lanzado al mundo: «La zona euro ha mostrado un grado de resiliencia y una capacidad de solucionar problemas que muchos observadores y políticos no habrían previsto hace apenas un año. Europa ha respondido a la adversidad agrupándose más y profundizando la integración. Como resultado de nuestra determinación y nuestra estrategia común, está teniendo lugar un ajuste difícil pero necesario del que emergerá una zona euro más fuerte». O sea: déjennos tranquilos que sabemos lo que hacemos. El resto del mundo no lo ve tan claro, pero Olli Rehn lidera la cruzada con una gran seguridad.

¿Y quién es ese Olli Rehn que tanto influye en nuestras vidas diarias, ese superministro europeo de finanzas que tanto condiciona nuestro futuro? ¿Es acaso un genio de la economía, un gestor de éxito en otros campos? En realidad, a lo más que llegó antes de empezar la carrera europea fue al cargo de asesor del primer ministro de Finlandia, en el periodo 1992-1993 (cargo que repetiría entre 2002 y 2003). Antes fue presidente de las juventudes del Partido de Centro finlandés, vicepresidente del mismo partido, concejal en Helsinki y parlamentario.

En 1995 le mandaron al Parlamento Europeo, que suele ser una forma de apartar a la gente, y en 1998 consiguió que el comisario finlandés del momento, Erkki Likanen, le nombrara su jefe de gabinete. Como la paciencia y la fidelidad tienen a veces su recompensa, en 2004 Likanen le cedió el puesto, y Rehn se convirtió en comisario. Por unos meses llevó las mismas carteras: Empresa y Sociedad de la Información. Luego, el nuevo presidente de la Comisión, Romano Prodi, le confió la ampliación de la UE a nuevos estados miembros, gestionando la incorporación de Bulgaria y Rumanía y las peticiones de Croacia y Turquía. Su trabajo debió de complacer a los jefes, porque en 2010 ascendió a responsable de Asuntos Económicos y Monetarios, lo que en plena crisis financiera suponía una gran responsabilidad. Finalmente, Barroso le nombró vicepresidente y vigilante especial de los gobiernos de la moneda única, lo que le ha valido el apelativo de Mister Euro.

Nacido en 1962, aunque le constan estudios de economía en Estados Unidos, se trata de un único curso en una universidad de Minnesota en el que también cursó sociología y periodismo. Un mix veinteañero para sazonar currículos. Sus estudios en Finlandia los completó a los 27 años con un Máster en Ciencia Política. Y siendo ya miembro del Parlamento Europeo, en 1996 se doctoró en Economía Política Internacional por Oxford con una tesis titulada «Corporativismo y competitividad industrial en los pequeños estados europeos». El partido al que pertenece está considerado liberal, y en Finlandia ha gobernado con los socialdemócratas y con los conservadores. Como miembro del Parlamento Europeo se integró en el grupo liberal, y como comisario ha sido consecuente con tal filosofía, que es también la que domina en la Comisión: ajuste a fondo para contener el déficit y mano dura con quienes no sigan las recomendaciones.

Tiene en su haber, en compañía de otros, haber presionado a Italia lo suficiente para sacar a Berlusconi del gobierno y sustituirle por Mario Monti. Como reacción, los italianos dieron la espalda electoral a Monti y entregaron más de la mitad de sus votos a candidatos que desprecian la eurodisciplina: el propio Berlusconi y el inquietante Beppe Grillo. No parece que tales reacciones, ni tampoco el empobrecimiento diario de los griegos y los portugueses, asusten a Rehn, un hombre con una misión, según sus propias palabras: «Garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas y mejorar su calidad en todos los estados miembros». Merkel y todos quienes aman la disciplina presupuestaria sobre todas las cosas están encantados con ello.