Contra la libertad

El anteproyecto de reforma del Código Penal de octubre de 2012 traspasa los límites de lo razonable y legítimo al considerar al enfermo mental como «sujeto peligroso».

El nuevo código permite la posibilidad de ampliar indefinidamente la reclusión del enfermo, por períodos de 5 años renovables, incluso sin haber aún cometido delito alguno que justifique tan prolongado encarcelamiento, sólo por la supuesta «peligrosidad» que pudiera dar lugar a ello. Es tan subjetiva tal apreciación que nos remonta a los tiempos de Franco y de la Santa Inquisición, en que se pisoteaba al enfermo mental, absolutamente despojado de derecho alguno como persona.

Esta reforma permitiría condenar de nuevo a personas como Galileo Galilei o Miguel Servet, esta vez a cadena perpetua, pues no disponían de argumentos para demostrar empíricamente sus teorías, y -por tanto- serían tratados como locos… Basta ya de atentar contra la libertad individual. Últimamente se limita la libertad de expresión (incluso en TVE), se oculta la placa de identificación de los policías antidisturbios (con lo que se favorece la impunidad de sus acciones), y ahora, lo que faltaba: puerta abierta para encerrar indefinidamente a cualquier sujeto que sea estigmatizado por tan subjetiva norma. Como si los más peligrosos no fueran, desde siempre, corruptos dirigentes que manipulan desde altas esferas del poder los hilos supranacionales que provocan guerras de intereses, comercio de armamento, robo sistemático de recursos a los países del Sur, y leyes que sólo aprietan cada vez más el cuello de la gente inocente, desprotegidos ante el descaro con que se mofan la oligarquía, la banca y los defensores a ultranza del status quo.

Las purgas intentan evitar cualquier insurgencia, como en la antigua URSS. Esta reforma es un buen pretexto para acallar voces críticas, asegurándose la tácita impunidad desde el poder para aplastar al disidente o al que molesta al sistema. Debemos evitar que los locos peligrosos, los que provocan guerras con miles de víctimas inocentes, cercenen nuestra libertad de expresión y manifestación, la que con tanto trabajo hemos conquistado durante décadas…

Julio Tapia YagüesBenalmádena