En la vida lo fácil es decir que sí, lo difícil es decir que no y cuando además hay un cariño inmenso a la persona que hay que decirle que no, es triplemente difícil». Las palabras son de Sandro Rosell y se refieren a Abidal. Ya saben que no se le renueva aunque se le haya ofrecido ser una especie de imagen o director etéreo de la cantera. Lo que Rosell dice es lo que tiene interiorizado cualquier entidad, sea o no con ánimo de lucro y aún siendo más que un club. Lo exprese mejor o peor, con más fortuna dialéctica o menos: te sacarán el jugo y cuando les plazca -no hace falta que estés viejo- te tirarán a la calle como a un perro.

Nos pasará a todos tarde o temprano alguna vez, es destino común a menos que seas conde-duque, Supermán, Spielberg o García Márquez. O Rosell, al que alguna vez alguien sucederá. Incluso los que se pasan el día despidiendo serán despedidos. A Abidal lo iba a despedir la vida comiéndosele el hígado, pero a veces se le hacen quiebros al destino y la parca equivocó su macabro objetivo. Rebosa vida y energía. Hoy será probablemente su último partido. Contra el Málaga. El Málaga tiene bien el hígado, el corazón anda fuerte, porque es la afición, pero la cabeza duda una y otra vez y ahí está Husillos en la cuerda floja, «Tata» que sí y que no, el jeque jugando en Facebook y Pellegrini estallando en los periódicos nacionales donde reconoce que ya hace un año sabía que el proyecto no iba a ser sostenido por mucho que sí fuera sostenible e ilusionante. Si el Barça me llama no espero a que el teléfono suene dos veces, dice Willy Caballero, haciendo honor a su apellido, o sea, siendo sincero y expresando bien, poniendo letra, a la sintonía «Tocata y fuga en blanquiazul».

Willy Caballero no coincidiría con Abidal. Alguien que le tiene mucho cariño le ha dicho que no. A Abidal, no a Caballero. «Yo tenía pensado jugar, pero el club no lo ve así», decía el francés en tono solemne y con el lagrimal hinchado. No hay piedad. Ni descanso. Y es verdad que sólo al campo pueden saltar, y más en el Barça, los que estén al cien por cien y pertenezcan a la élite mundial. Así está montado esto. Nos podemos poner sentimentales, pero luego bien que rugimos en la grada pidiendo más leones y gladiadores.