Recientemente, la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), ha celebrado un interesante Foro bajo la denominación «La provincia de Málaga y su modelo productivo: Nuevos retos. Nuevos escenarios» con la intención, entre otras, de desechar antiguos tópicos. Y es que se suele afirmar que Málaga es exclusivamente turismo y construcción, pero nuestra provincia se configura ya como un complejo entramado de actividades empresariales emergentes y de otras en proceso de consolidación, diversificando y complementando a los sectores tradicionales. En dicho Foro partimos de la base de que los modelos económicos no se improvisan ni se deben imponer legislativamente, sino que hay que adaptar, complementar y mejorar el nuestro, porque no se trata tanto de cambiar el modelo productivo, como de hacerlo más competitivo. Con estas premisas, ¿la actividad económica provincial podrá algún día mostrar síntomas de recuperación?

Si bien es cierto que nuestro modelo productivo se enfrenta a grandes retos, partimos con importantes ventajas: Málaga presenta verdaderas potencialidades a destacar. Ha sido, y es, un magnífico lugar para invertir. Tenemos un clima privilegiado, más de diez millones de turistas por año, buenas infraestructuras en comunicaciones, una renovada y eficiente planta hotelera, empresas competitivas y volcadas cada vez más con el conocimiento y la exportación y una tradición de dinamismo empresarial envidiable: tras 18 años, seguimos siendo la provincia en la que se crean más empresas en Andalucía. Una de cada tres, se constituyen aquí.

En base a los sectores preferentes de nuestra economía: el sector servicios, la industria turística y el sector de la construcción e inmobiliario, es urgente diversificar el tejido empresarial, incentivando otros sectores que ya son una realidad en nuestra provincia:

1. Un sector del transporte y de la logística, que es líder en Andalucía.

2. Unos parques empresariales y un sector comercial cada vez más especializados y competitivos.

3. Un sector agroalimentario de alta calidad y exportador.

4. Las industrias culturales y creativas, complementarias a la actividad turística, cada vez con más músculo y dimensión.

5. Las energías renovables como garantía de sostenibilidad.

6. Un sector de las nuevas tecnologías y del conocimiento donde además de las importantes compañías existentes, se incorporan permanentemente, jóvenes empresas de base tecnológica, vinculadas con nuestra Universidad y con el PTA, sin olvidar los Parques empresariales en los que se favorece la innovación, componiendo lo que llamamos la Málaga Tecnológica.

7. Málaga puede convertirse en la provincia andaluza líder en generación de iniciativas empresariales que puedan desarrollar proyectos de innovación, construcción, investigación, desarrollo y consultoría, vinculadas a las infraestructuras ferroviarias.

A pesar de lo anterior, el camino está resultando duro y tortuoso. Málaga ha perdido el 16% de su censo de empresas y el 20% de su empleo durante esta agotadora crisis. Desde 2008, han desaparecido más de 11.000 empresas, lo que ha significado el cierre de casi 6 negocios diarios.

Debemos volver a crear unas condiciones favorables para la inversión, proponiendo incentivos que permitan variar por sí mismos el modelo hacia una economía más competitiva, donde se favorezca el espíritu emprendedor, la innovación, la adecuada formación de nuestros equipos humanos y la excelencia. La deseada reactivación se consigue recuperando la credibilidad, la confianza y la capacidad de inversión, impulsando fórmulas de cooperación público-privadas que generen un nuevo espacio de crecimiento y desarrollo.

Pero sin duda, las empresas reclaman acceso al crédito para poder financiar el desfase temporal entre el pago a sus empleados y proveedores y el cobro de la facturación de sus clientes. Sin olvidar que el alto grado impositivo que las administraciones ejercen sobre la actividad empresarial, genera una mayoritaria opinión de que el nivel actual de los impuestos no permite generar ni riqueza ni empleo con facilidad.

Para propiciar estos cambios, tenemos que intensificar también iniciativas de apoyo a nuestras PYMES y autónomos, en materia de nuevas fórmulas de gestión empresarial, con una mayor adaptación a las nuevas tecnologías. Porque nuestro futuro está por escribirse, pero debemos prepararnos para las vicisitudes que nos plantee el porvenir. Para abordar este futuro que nos espera, por último, necesitamos un nuevo modelo de crecimiento basado en la mejora de la productividad y de la competitividad global de nuestro tejido empresarial. Debemos también unir esfuerzos y forjar alianzas empresariales, a través de la ´coopetición´, esto es, cooperar para competir con más fortaleza. Como citó John Stuart Mill: «no existe mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la cooperación".

*Javier González de Lara es presidente de la CEM