En medio de la tormenta tecnológica y económica que afecta a los medios de comunicación ha visto la luz en Francia L´ Opinion, un diario impreso de corte generalista. Como al papel hace tiempo que se le está oficiando una especie de funeral, el hecho puede considerarse una noticia de magnitud. La Opinión es nombre, además, muy periodístico. En Argentina, se llamó así el estupendo rotativo fundado en Buenos Aires por Jacobo Timerman en 1971, inspirado en Le Monde, en el que colaboraron Juan Gelman, Osvaldo Soriano y Ernesto Sabato, entre otros ilustres firmantes y que acabaría siendo clausurado por los militares durante el denominado Proceso de Reorganización Nacional. El grupo editorial al que pertenece La Opinión de Málaga eligió en su día también ese enunciado para algunas de sus cabeceras.

L´Opinion, el nuevo periódico francés al que acompaña una web de pago, es producto de los cambios que reclama la modernidad. Pero no ha dejado por ello de creer en que el papel, independientemente de sus altos costes, impresión y distribución, sigue siendo rentable. Y, por supuesto, el soporte más influyente entre lectores y audiencias. Con diez páginas, editado en formato berlinés -ligeramente más alto y bastante más ancho que el tabloide, pero algo más angosto y corto que los llamados sábana habituales de la prensa de calidad anglosajona- L´Opinion sigue los pasos de Il Foglio, el diario italiano fundado en Milán en 1996 por Giuliano Ferrara, de inspiración krausista, con pocas ilustraciones y textos amplios de contenido escrito por especialistas en cada materia dirigido a una élite profesional.

Nicolas Beytout, responsable del nuevo periódico francés, ex director general de Les Echos, ha hecho un resumen claro de la situación: «Nada se puede hacer sin internet, pero es un medio que aún no ha alcanzado la rentabilidad y la amortización de las inversiones que se realizan. Los ingresos generados por el papel siguen siendo considerables comparados con la web. Aunque internet pueda tener una audiencia fuerte, el papel es el instrumento influyente». Más que claro, se podría decir cristalino.