Se ofrece negocio mutante. Si no queda satisfecho se lo cambiamos en 48 horas. Lo que antes de la crisis era una joyería en una esquina privilegiada, hoy es una frutería y mañana luce de nuevo el cartel de «se alquila» hasta que pasado mañana se transforme en una heladería. Negocios efímeros. Un nuevo modelo llegado con la crisis. Tal vez sea yo y no la realidad, pero esta es la conclusión que saco tras confirmar que mis paseos cotidianos ya no son los de antes. Las caras conocidas durante años tras los mostradores dijeron adiós cuando las cuentas dejaron de cuadrar. Llegaron nuevas caras, nos presentamos, nos deseamos suerte y antes de aprendernos nuestros respectivos nombres llegó la despedida. A veces sin avisar. Sólo una persiana bajada y un cartel de una inmobiliaria confirman una pequeña catástrofe más. Pero a la semana ya no hay cartel. Llega un nuevo «emprendedor». Ojalá tenga más suerte.

Nadie parece librarse. Ni siquiera los grandes. En el puerto, 18 meses después de llegar, la esquina de los juegos infantiles hace las maletas. Se acabó el contrato y no hay renovación. La cosa no funcionó y ahora llega un supermercado gourmet. Un cambio anunciado. En menos de dos meses, 2.000 metros cuadrados se transformarán en algo completamente distinto. Como un decorado que se pone y se quita tras la función. Seguro que las escuelas de negocios tienen un nombre ya para el fenómeno. Modelo exprés podría ser. Y puede que incluso tenga sus ventajas aunque yo eche de menos cuando las cosas y las personas eran más permanentes.

Negocios espejismo también podrían llamarse. Como los que permiten a algunos abandonar las listas del paro durante un tiempo para luego regresar. En mayo, 5.247 malagueños pudieron borrarse del listado. «Espero aguantar hasta después del verano», decía a este periódico una de las afortunadas. Es diplomada en Educación Infantil pero la barra de un chiringuito ha sido su tabla de salvación tras alternar el paro con empleos de un par de meses como mucho. Ahora, su esperanza es «aguantar» hasta después del verano. Es decir, permanecer más de cuatro meses en un mismo trabajo que ni siquiera tiene que ver con su profesión. Para la ministra Fátima Báñez esto es positivo y los datos del paro de mayo indican que hay «motivos para la esperanza». Ahora va a resultar que sus rezos han dado resultado. Ja. El próximo que se cruce con ella debería preguntarle qué le pidió exactamente aquel día a la Virgen del Rocío.