Y se quemó. Leandro no domina la caligrafía pero sabe expresarse en las redes sociales: «@_Rubalcaba_ no paro de pensar en meterme fuego pero cuando lo haga lo are en las puertas de alguna sede de la Junta de Andalucía».

En la cuenta de Twitter del exvicepresidente del Gobierno entró ese mensaje el pasado 2 de junio como entran centenares de manera indiscriminada en la de cualquier personaje público, sólo hace falta incluir en el tuit la @ correspondiente y la firma del usuario al que va destinado. No era el primero que Leandro Cristian Muñoz García le enviaba. Tratar de discernir por qué esa fijación con Rubalcaba en vez de enviar los mensajes a Griñán, por ejemplo, no tiene relevancia ahora porque Leandro se mantiene con ventilación mecánica en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, con la mitad del cuerpo quemado tras haberse rociado el lunes con gasolina delante de la delegación de Bienestar Social de la Junta en Málaga.

Leandro también tiene un blog en internet. El hecho de estar viviendo con un subsidio de 420 euros que ya se le acaba, en circunstancias personales complicadas, no le impide tener su blog: liberateycomparte.blogspot. En su perfil ha insertado un póster con la imagen de un cachorro y la leyenda «Un perro es un ángel que vino al mundo a enseñar amor»€

Culpar de su acto de desesperación a Bienestar Social por no otorgarle la paga de discapacidad que Leandro pedía -tenía valorada una discapacidad del 40% cuando el mínimo requerido es del 65%- es una frivolidad y resulta injusto para quienes trabajan en un entorno complicado. Muchas personas obtienen respuestas negativas a diario y no se queman a lo bonzo, ni queman la delegación desde la que se les ha denegado lo que pedían. Pero la historia personal que cuenta Leandro en su blog le sitúa entre los perdedores con causa.

Su autoinmolación ya no es noticia. Pero lo sucedido quizá sirva para detectar una falla en el sistema, por encima de tentaciones de utilización política. De las muchas vicisitudes personales por las que ha pasado Leandro, la muerte de su madre le marcó definitivamente. Por la pena y porque estuvo a punto de perder el piso de alquiler social en La Goleta donde vivía con ella. En 2008 pidieron una ayuda de Dependencia y la mujer fue efectivamente valorada como «dependiente severa, grado 2». Sólo faltaba un último trámite para recibir la ayuda. Bienestar Social acredita el acuse de recibo de Correos de ese requerimiento, pero como no hubo respuesta el expediente se archivó. En 2011 moría la madre de Leandro sin la ayuda. ¿No existe seguimiento de la persona que ya ha sido valorada como dependiente por la Junta cuando ésta no termina el trámite? ¿No hay coordinación con los servicios sociales municipales para que se personen en el domicilio a ver qué pasa con una anciana en silla de ruedas, prácticamente analfabeta y pobre, que no resuelve el último requerimiento para obtener la ayuda que pidió? Algo falla.