El decorado para turistas en el que se ha convertido el centro ha dado una vuelta de tuerca más. En su afán por travestirse de Dios sabe qué, el Ayuntamiento ha permitido en fechas recientes la consumación de una nueva tropelía urbanística: La restauración de un inmueble del siglo XIX en la calle Méndez Núñez, ahora reconvertido en una hortetería. Se trata de una nueva muestra de lo laxo que es el Consistorio con según qué cosas en su Centro Histórico. Una zona de la ciudad que, de seguir así, entre solares y edificios horteras, no la va a conocer ni la madre que la parió.

La hortetería no es más que un icono del poco respeto que se maneja en el centro por mantener una identidad que, quién sabe, quizá nunca se tuvo. Pero el Ayuntamiento y la Gerencia de Urbanismo tienen medios suficientes para evitar que Málaga transforme más aún en un monstruo de Frankenstein urbano. Pero sin voluntad, de nada sirve. Pero bueno, tenemos otros ejemplos de edificios maltratados tanto por dentro como por fuera, qué te voy a contar del palacio del Marqués de la Sonora, en calle Granada, que opositaba para hotel de gran lujo y se ha quedado en vertedero noble, habiendo perdido todo el encanto de su interior. Ay.

El edificio de la hortetería, todo hay que decirlo, era otra de las ruinas eminentes -como rezaba antaño aquel cartel cerca de la Catedral-, hacía las funciones de almacén de hostelería y estaba maltratado. Pero del mismo modo que a un particular se le obliga a remodelar un edificio en calle Niño de Guevara, ha de exigírsele lo mismo al propietario del inmueble en cuestión. Raseros.

En definitiva, que la hortetería no es más que otro escaloncito más que ha subido el centro en el camino de convertirse en un sitio absolutamente kitsch, sin personalidad. Así, cada vez más cerca de perpetuarse la idea de un no-lugar sin nada que decir, sin características definitorias. Esto es Málaga€ o eso creo.