Dicen los antropólogos Eudald Carbonell y Robert Sala en el título de su libro que Aún no somos humanos. Se refiere con ello a la teoría de que el ser humano, como especie que se distingue por su alta capacidad cooperativa, alcanzará la plenitud cuando asimile que su comunidad es la humanidad entera. Si pasó del clan a la aldea, de la aldea a la comarca y de esta a la pequeña nación, y hoy anda en federaciones continentales o proyectos de ello, el fin del camino no puede ser otro que asumir el planeta entero como patria de todos los humanos, y la cooperación como la forma más eficaz de estar en él. Si Carbonell y Sala tienen razón y las cosas van por este camino sin que una guerra nuclear lo mande todo a paseo, los europeos vamos aviados: la cooperación hará que los grupos tiendan a la igualación, a la nivelación, y con ello dejaremos de ser los más bonitos del lugar, porque somos pocos y divididos. No hace mucho, Benôit Battistelli, director de la Oficina Europea de Patentes, destacó que China ya genera más patentes mundiales y tiene más ingenieros que Europa. Añadamos datos: Entre 2009 y 2011, la contribución china supuso un 72% del crecimiento en el número de peticiones de patentes, aunque pedir una cosa y conseguir es otra, y en el número de las aceptadas su contribución bajó al 23% y se vio superada por Estados Unidos, que se llevó en 30%, y por Japón, por el 24%. En cualquier caso, la cifra denota un frenesí investigador a tener muy en cuenta, porque la superioridad técnica ha sido la base del dominio europeo del mundo durante unos siglos. No muchos: sabemos que cuando Colón navegaba hacia América en su cascarón, el emperador chino mandaba a los océanos una enorme flota exploradora capitaneada por un velero de nueve mástiles. Según cuentan, los exploradores volvieron relatando que en la parte desconocida del mundo no había ninguna tierra lo bastante rica para hacer comercio o recabar tributos. Así que se encerraron en su vasto imperio. Tal vez aquella decisión marcó las siguientes centurias, con el celeste imperio decayendo y los belicosos reinos europeos prosperando con el saqueo de las nuevas tierras. Hoy es Europa la ensimismada y China ha desplegado de nuevo su gran flota, y en esta convergencia se beneficia de superioridad numérica. Cuenta con 1.400 millones de habitantes, obedientes a un solo centro de mando, mientras que la Unión Europea suma poco más de un tercio: 500 millones, y encima reacios a construir un mando único.