El ministro de Defensa, Pedro Morenés, se las ve y se las desea para que le salgan las cuentas en unas fuerzas armadas que más que a un enemigo se enfrentan a exiguos presupuestos y a deudas heredadas de momentos ligeramente más brillantes, porque la verdad es que nuestros soldados llevan muchos años apretándose el cinturón. La OTAN presiona a sus miembros para que dediquen a Defensa el 2% de sus presupuestos y eso solo lo cumplen los EEUU (que lo sobrepasan con creces), el Reino Unido por aquello de las viejas glorias (la Royal Navy, que un día dominó los océanos, no tiene hoy un solo portaaviones) y Grecia. Esto último le deja a uno boquiabierto y no tiene explicación porque los coroneles quedan ya lejos y por tensas que en momentos hayan podido ser sus relaciones con Turquía por sus pleitos sobre las islas del Egeo y sobre Chipre. Nosotros nos gastamos un 0,60% del PIB (75% para gastos de personal) y con la que está cayendo no hay previsiones de que la cosa vaya a cambiar. Ni yo lo pido. Otra cuestión es que tengamos el ejército que necesitamos para nuestras necesidades con fuerzas flexibles de despliegue rápido y que nuestros soldados, que soy testigo del extraordinario trabajo que llevan a cabo en muchas situaciones complicadas alrededor del mundo, tengan los medios que necesitan. Pero ya se sabe que los españoles improvisamos bien, lo llevamos haciendo muchos años. Al margen del escándalo de la paliza a los detenidos afganos, que está siendo objeto de una investigación, como debe ser, nuestros soldados no han dado últimamente escándalos o motivos de queja y eso es digno de ser resaltado. No ocurre lo mismo en otras latitudes.

En los EE UU se está juzgando al soldado Manning por filtrar cientos de miles de documentos a Julian Assange que los publicó con el nombre de Wikileaks. No había allí nada que no se supiera o se sospechara y los documentos del departamento de Estado que tuve ocasión de leer solo crearon situaciones embarazosas para algunos interlocutores citados por los embajadores en sus telegramas (y ataques de celos de otros que no aparecían mencionados ni una sola vez), mientras demostraban que en la mayoría de los casos los americanos tienen una diplomacia competente y profesional que cumple bien con su trabajo. Otra cosa fueron los documentos filtrados del Pentágono en los que al parecer se desvelaron secretos que pudieron poner en peligro vidas de soldados americanos. Los jueces decidirán. Y mientras, Assange, ídolo de cierta izquierda, se pudre en su refugio de la embajada ecuatoriana por no querer enfrentarse a acusaciones de agresión sexual en Suecia. Los ingleses tienen mucha flema y pensar que un día les dará pena y le dejarán salir es no conocerles. Me temo que tiene para rato. Otro escándalo que afecta estos días al ejército norteamericano tiene que ver con el elevado número de agresiones sexuales que se dan en sus filas y que al parecer han crecido en un más de un 30% en los dos últimos años. El tema ha preocupado lo suficiente como para que el Congreso organice una sesión monográfica para tratar de combatirlo. Bastante tienen los reclutas con los tiros que les atizan los talibanes y otros como para además tener que protegerse del fuego amigo de las agresiones sexuales cuando se creen en la seguridad del cuartel. Los senadores desean que estas cuestiones se investiguen por fiscales especiales dentro del propio ejército, mientras que los militares prefieren que sean los jefes de las unidades quienes las solucionen discretamente por aquello de lavar en casa la ropa sucia. El problema es que no se dan cuenta de que se les amontona y no cabe en la lavadora. En todo caso, tras la prisión de Abu Graib y otros escándalos, la verdadera situación que avergüenza a muchos americanos, dentro y fuera del ejército (son más numerosos fuera) es la de Guantánamo, que el presidente Obama ha querido cerrar sin lograr que el Congreso le de el permiso y el dinero para trasladar a sus detenidos (muchos hoy en huelga de hambre) al territorio continental de los EE UU para ser juzgados de una vez por tribunales civiles. Pero no es un caso aislado porque al parecer los británicos también mantienen en un limbo jurídico a un grupo de detenidos en Irak... De rusos y chinos no escribo porque no se, pero me temo lo peor.

Israel es un país en guerra donde el servicio militar es obligatorio para hombres y mujeres, dura varios años y luego se extiende hasta la madurez con períodos anuales de ejercicios. Este régimen solo es soportable si va acompañado de cierta laxitud como comprueba cualquiera que haya visitado acuartelamientos en Israel. Yo lo he hecho y me han sorprendido la aparente falta de uniformidad y de disciplina... hasta que la cosa se pone seria y entonces funcionan como una máquina militar bien engrasada. También allí ha estallado estos días un escándalo en forma de jóvenes reclutas ligeras de uniforme que distribuían fotos de sus encantos por las redes sociales. No me parece un asunto serio como son los anteriores y sería partidario de tratarlo con mucha simpatía. Bastante tienen con tener que hacer la mili obligatoriamente, defender la ocupación de tierras palestinas y tener los vecinos que tienen. Yo las ascendería a cabos. Por lo menos.