El cambio en la presidencia de la Autoridad Portuaria me ha dejado desconcertado. Apenas ocho meses es lo que ha durado José Sánchez Maldonado en el cargo. Un plazo escaso, magro, de alguien del que se esperaba mucho más. Llegó con el objetivo de sustituir a Enrique Linde que, con sus aciertos y sus fallos, había dirigido el puerto a una completa transformación respecto al modelo que había imperado hasta los años 90. La marcha del petróleo, la apuesta exitosa por los cruceros, la frustrante por los contenedores y la cal y arena de la apertura a la ciudad son hitos que han marcado la actual configuración del puerto y, en cierta medida, de la propia ciudad.

Sin embargo, a las primeras de cambio Sánchez Maldonado se ha marchado a su casa. Un conflicto laboral y una dura protesta de un grupo de trabajadores han sido la excusa necesaria para que el anterior presidente renunciara al cargo. Las razones: familiares y de salud. ¿No podía haberlo pensado antes de aceptar?

Nos quejamos de que los políticos se aferran al sillón y nadie dimite. Pero no hay que pasarse. No parece serio dar la «espantá» ante el primer problema y dejar el entuerto al siguiente. Es poco serio y profesional. Al menos, podría haber intentado resolver el problema que para eso están los cargos públicos, para dar soluciones.

El balance de la breve gestión de Sánchez Maldonado tiene, no obstante, un punto a favor. Por lo menos en opinión del Ayuntamiento de Málaga, que ha encontrado en él todo un amigo. Ha aceptado todos los criterios municipales, un cambio notable después de años de enfrentamiento duro y complejo con Enrique Linde, un político poco dado a las componendas y negociador correoso. Con Sánchez Maldonado los problemas desaparecieron y donde había diferencia de criterio, él puso aceptación de los acuerdos. Incluso en el polémico tema del supermercado de la esquina, resuelto en apenas un mes sin una palabra más alta que otra.

Eso no quita que la decepción se deslice poco a poco ante la renuncia a enfrentarse a los problemas. Cuando la sociedad espera soluciones a los múltiples problemas que padece, no podemos conformarnos con la huida o la falta de diálogo, los dos principales males de la política actual. Llega Paulino Plata con buenas intenciones y palabras. Las sensaciones son buenas, queda esperar los hechos. Eso es lo que definirá su gestión.