Es de Ausburgo y se llama Bernardo. Málaga tiene depositadas sus esperanzas en él. Schuster fue uno de los grandes futbolistas de los años ochenta, canalizador, elegante, melenas al viento, barcelonista, madridista, colchonero. En sus inicios, un nibelungo comandando morenitos. Y siempre fue un carácter. A los veintipocos renunció a jugar con la absoluta de Alemania, ha dado grandes espantadas tanto como jugador como entrenador. Una de ellas, que le llevó a abandonar una ciudad, alegando un dolor de muelas. Ha jugado, vivido, entrenado en Turquía y Jerez, Getafe o Ucrania, Barcelona o Méjico, Leverkusen u Holanda. 450 partidos, con 105 goles en su etapa de jugador. Luego, como entrenador, experiencias mediocres o sublimes. De élite. Juega al golf y le gusta Ibiza. Maneja las relaciones con la prensa con altibajos. Es uno de esos hombres que puede ser portada, portadilla, pie de foto o crónica de sucesos. El club le entrega su confianza plena durante cinco años. Ojalá los cumpla y pasee el nombre del Málaga por las vitrinas donde se depositan los títulos. En Málaga sólo se puede acabar de dos maneras: o te putean vivo, lo cual no significa que no te lo merezcas, o te ponen una rotonda. En Málaga somos mucho de poner rotondas. Lo cual no quiere decir que no te las merezcan. En otros sitios ponen calles o avenidas. Estatuas no. Aquí le ponemos una estatua a un presidente del Gobierno paisano, Cánovas, y luego nos dedicamos a pegarle chicle o a no limpiar las cagarrutas de paloma que le caen. Deben ser palomas liberales, más partidarias de Sagasta. Las conservadoras no son así. Son más recatadas. Al menos de puertas para afuera. O sea, de nido para afuera. Deseamos que Schuster triunfe en el Málaga y que aquí encuentre la estabilidad. Lo primero y deseable sería (ya lo estará haciendo) que presionara al jeque para que no desguace en demasía el equipo. Que haga algún fichaje más, que ande con ojo con los descartes (a la hora de descartes siempre es deseable la duda metódica) y que le salga de resultas un equipo aseado, con sus líneas todas bien nutridas y que pueda hacer una actuación no olvidable ni mediocre y sí grande. Le sobra sapiencia y tiene, no madera, sino hierro de líder. Y y

a si retiene a Isco sería la hostia.