Tomemos el caso de Grecia. Por su valor simbólico como cuna de nuestra democracia y por ser ése el país donde más estragos están haciendo las dentelladas al modelo europeo de Estado social.

Un país donde su jefe de Gobierno ordena el cierre inmediato de la televisión pública, los funcionarios son despedidos por millares, y el desempleo supera con un 27,4 por ciento incluso al de España.

En un intento casi desesperado de impedir su salida del euro y evitar aún mayores turbulencias en toda la zona, Europa ha inyectado miles de millones en el país, que, lejos de reducir su endeudamiento, ha visto como se agravaba y aumentaba de paso la miseria ciudadana.

¿Cómo es posible? ¿Qué es lo que está ocurriendo? La sección austriaca de Attac ha intentado averiguar las causas y ha llegado a conclusiones que no abonan precisamente el optimismo.

Según esa organización, menos de uno de cada cuatro euros enviados a Grecia ha ido directamente al Estado. La parte del león se la han llevado los acreedores: los bancos extranjeros, alemanes, franceses, entre otros, las aseguradoras o los fondos de alto riesgo.

Es decir que tres cuartas partes aproximadamente de ese dinero han ido al sector financiero.

A pesar de las medidas draconianas tomadas en el sector público, a pesar de las quitas de su deuda, a pesar del programa de recompra de bonos, el endeudamiento griego pasó en tres años de 299.700 millones de euros a 316.000 millones, en diciembre de 2012.

¿Dónde han ido, se pregunta Attac, los 206.890 millones de euros de ayuda que ha recibido Atenas?

Pues éste ha sido el reparto, según un minucioso informe de esa organización: 58.200 millones (algo más de un 28 por ciento) se destinaron a recapitalizar los bancos con problemas, 46.460 millones (un 22,46 por ciento) fueron para el presupuesto estatal, de 7.000 millones falta al parecer documentación. Y cerca de la mitad -101.330 millones- se lo llevaron los acreedores del Estado griego.

Lo que ese estudio pone además de relieve es que desde la quita de la deuda griega en manos de acreedores privados, Grecia ya casi sólo tiene como acreedores a otros Estados, al Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. De esa forma, la ayuda que recibe Atenas se destina casi inmediatamente a pagar los intereses de su deuda.

«Para sostener ese círculo vicioso, se deja que la población se desangre. Y no se resuelve el problema de base», critica Lisa Mittendrein, de Attac Austria, en declaraciones que recoge el semanario Profil, de Viena.

«Es un escándalo, agrega, que la Comisión Europea haya publicado informes de cientos de páginas, pero que no diga en qué se ha empleado todo ese dinero. Los responsables deben garantizar la transparencia y explicar quién se ha beneficiado realmente de esas ayudas».

Y si bien es cierto que los propios griegos tienen mucha culpa de lo que les pasa por su mal gobierno, el dinero para financiar su disparatado sector público vino de fuera, de inversores extranjeros, que se beneficiaron lo suyo.

Con la deuda pasa como con el narcotráfico, que no puede echarse la culpa sólo a una parte cuando son siempre dos -productores y consumidores- los responsables.