Qué decepción, Gran hermano expulsó a Argi del programa, pero no a sus seguidores. Echó de forma fulminante a la concursante por decir que la última manifestación a la que había ido fue para pedir la vuelta de ETA, pero no echó de forma fulminante (ni siquiera en diferido, que diría Cospedal) a los miles y miles de seguidores que la apoyaron, recogieron firmas e hicieron hervir las redes sociales pidiendo su readmisión (#NoArgiNoGH, #MediasetInjusticiaArgi, #ArgiAGuadalix, #SegundaOportunidadArgi, #MercedesMiláMeHasDecepcionado).

Desde aquel traje de «experimento sociológico» que vistió GH en su estreno en 2000, el gigantesco negocio de la teleirrealidad avanzó como una apisonadora sin necesidad de volver a disfrazarse de experimento sociológico. Una pena, porque trece años después podrían hacer un experimento pistonudo: expulsar a una parte considerable de sus espectadores por atreverse a ir más allá que ellos mismos, por anteponer el concurso, sus filias y fobias a las marionetas que alimentan la farsa, a las víctimas de un grupo terrorista que mató tanta gente y nos hizo la puñeta durante tantos años. La voz del Súper lo dejó claro: «Mediaset España no va a pasar por alto ciertos comentarios, y debes abandonar la casa». Mercedes Milá explicó que entendía y apoyaba la expulsión de la chica. Aquí entendemos y apoyamos la explicación de Milá. Pero parece que, tras decir que las víctimas de ETA y quienes sufrieron el horror de ETA son lo único importante, en GH entraron en escena otras cosas importantes. Vista la reacción de los miles de fans de Argi reclamando su vuelta, Milá reculó, la invitó al debate del programa e incluso se anunció su presencia en el plató; el mismo plató que no se le permitió pisar inicialmente cuando fue expulsada.

Ya no hay tiempo. Se acaba la edición y vamos a quedarnos sin asistir al mayor experimento sociológico de la historia de la TV: «Seguidores de Argi, Mediaset España no va a pasar por alto ciertos comentarios, y debéis abandonar el programa».