Qué es la formación profesional dual? Es un proceso para formar a los jóvenes en profesiones y oficios en el que participan de forma coordinada empresas y escuelas. El alumno recibe una formación práctica en la empresa que se complementa con otra formación teórica en un centro. En la empresa tiene el apoyo de un tutor y no solo recibe formación, también trabaja. Tiene un contrato laboral con un sueldo proporcional al tiempo que esté en la empresa, o recibe una beca.

Esto es algo que ya funciona en otros países de la UE. A parte de Austria, este sistema da buenos resultados en Alemania, donde un 60% de los jóvenes cursan al término de su etapa escolar una de las 350 carreras homologadas, con la ayuda de las Cámaras de Comercio, dentro de la FP. Actualmente participan en la enseñanza dual alemana unas 482.000 empresas, departamentos de la administración pública o despachos de profesionales; un 80% son pymes. En Austria, después de haber terminado los nueve años escolares obligatorios, un 40% opta directamente por una formación profesional (algunos también a edades más avanzadas); ellos serán formados en unas 35.250 empresas austriacas. Entre tres y cuatro años, según la formación, no solamente están afiliados a la Seguridad Social, sino que ese periodo ya cuenta para su futura pensión. En Polonia, otro país donde se aplica con éxito, también un 60% cursa una FP dual. Entre los 16 y los 18 años estos jóvenes polacos son a la vez trabajadores y alumnos. Al final de su contrato obligatorio de 36 meses, tienen que pasar un examen, y si el alumno no aprueba, ¡el empresario no recupera el dinero que ha invertido en enseñarle!

Por supuesto, los sistemas de otros países sólo son un punto de partida que hay que adaptar. Ya podemos identificar las características fundamentales de una FP dual eficaz: el marco didáctico sólido, una buena coordinación entre todos los actores, una participación activa y masiva de las empresas, incluso las pymes, y, por supuesto, de los alumnos. Esto nos lleva a cuatro observaciones:

En primer lugar, la calidad de la formación, tanto en la empresa como en la escuela es un factor clave de éxito. Para asegurarla, hará falta una orientación profesional mejorada en los colegios, para poder guiar a los jóvenes, un proceso de selección eficaz que implique a las empresas, y un marco didáctico para los tutores. Es indispensable poner en marcha cuanto antes las estructuras que permitan conseguir estos objetivos.

En segundo lugar, habrá que crear los mecanismos de coordinación entre el sistema educativo y las empresas. ¿Cómo coordinar las horas lectivas y de formación en la empresa? ¿Cómo consolidar la oferta de cualificaciones? Quizás, al igual que en Alemania y en Austria, las Cámaras de Comercio puedan jugar un papel importante. En todo caso, habrá que ir consolidando el sistema de manera gradual, sobre la base de la experiencia y el compromiso de todos los actores. Tal vez se podría empezar consolidando entre quince o veinte campos hasta incluir a todos en el sistema. En España hoy en día hay más de 500 cualificaciones - ¿demasiadas? En Alemania son 350, en Polonia, 250 y en Austria, 204.

En tercer lugar, aunque a largo plazo evidentemente nos ahorraríamos el despilfarro que supone tener a tantos jóvenes sin trabajar, este sistema tendrá un coste importante a corto plazo. Por un lado, hay que ser imaginativos en ausencia de muchos recursos financieros. Hoy en día las comunidades autónomas están probando diferentes modelos con empresas, y habrá que ver cuáles son los mejores. Por otro lado, la UE ya se ha comprometido a poner a disposición de los Estados miembros unos seis mil millones de euros para promover el empleo juvenil. Además, se podrá contar con los recursos del Fondo Social Europeo, que en muchas CCAA podría aportar hasta la mitad de los recursos de los Fondos europeos.

Finalmente, para que funcione el nuevo sistema de FP dual, la sociedad tiene que confiar en él. Si queremos que un porcentaje de los jóvenes similar al de otros países (entre el 50 y 60%) cursen estas enseñanzas, hará falta también convencer a los jóvenes y a sus familias que es una vía de futuro, superando así el desprestigio que sufre la actual FP. También habrá que resolver el encaje de este sistema en la vida de las empresas. Algunos sindicatos pueden temer que estos jóvenes se conviertan en mano de obra barata, teniendo contratos con remuneración por debajo de los salarios mínimos fijados en los convenios colectivos; eso no tiene por qué pasar ya que el nivel salarial se puede determinar junto con la patronal y representantes de las empresas. Por supuesto, más allá del dinero que cobran, se trata, sobre todo, de que los jóvenes reciban algo que no tiene precio: mejores perspectivas para su futuro a través de formación, cualificación y un título. Además de un marco sólido y didáctico para la FP dual, habrá que resolver las cuestiones administrativas pendientes, y hará falta dialogar constantemente.

Son muchos retos, y queda claro que si no hay un consenso sobre cómo aplicar un cambio tan importante, será muy difícil que la esperanza de un futuro laboral para los jóvenes se haga real. Parafraseando el último premio Príncipe de Asturias, el cineasta austríaco Michael Haneke, «tengamos realidad y no un simple derivado de la

realidad».

*Rudolf Lennkh y Francisco Fonseca Morillo, embajador de Austria en España, y director de la representación de la Comisión Europea en España, respectivamente