Los bancos, por mucho que lo nieguen, empiezan a asumir que a las vergonzosas cláusulas de suelos -o al menos a la inmensa mayoría- les queda poco de vida. El Banco de España les ha pedido que antes del 31 de julio elaboren un informe para evaluar si sus cláusulas cumplen o no los requisitos de transparencia fijados por el Tribunal Supremo y cifrar el impacto que tendría sobre sus resultados la eliminación de las mismas. El secretario general de la Asociación Española de Banca (AEB), Pedro Pablo Villasante, porfiaba ayer que las cláusulas suelo son «lícitas» y habituales, y que, de momento, sólo afecta a las entidades incluidas en el fallo -BBVA, Cajamar y Novagalicia-, que ya han anunciado su retirada. Sin embargo, la misiva del Banco de España confirma, como ya apuntan muchos en el sector, a que el fallo acabará teniendo un efecto generalizado. Por otro lado, la cascada de procesos judiciales y las sentencias ya emitidas apuntan a que los jueces están valorando que, efectivamente, la falta de transparencia presidió la mayoría de las firmas, sobre todo en el caso de clientes particulares.

El propio Tribunal Supremo daba algunas pistas al respecto para evaluar el asunto. Juzguen ustedes mismos cuántas cláusulas de suelo escapan a estas condiciones. El Supremo apela en primer lugar a la falta de información suficientemente clara de que la cláusula de suelo es «un elemento definitorio del objeto principal del contrato». Dicho de otro modo, a los casos en que la forma en que aparece presentada la cláusula da a entender que es algo poco relevante, de forma que el consumidor no tiene una idea completa sobre sus consecuencias económicas.

El Alto Tribunal también se refiere a aquellas cláusulas donde el banco no aporta simulaciones sobre «el comportamiento razonablemente previsible del tipo de interés en el momento de contratar» ni ofrece información previa «clara y comprensible» sobre el coste comparado con otras modalidades de préstamo de la propia entidad. Por último, el Supremo cita las cláusulas que se ubican dentro del contrato junto a una gran cantidad de otros datos «entre los que quedan enmascaradas y que diluye la atención del consumidor». Con estas premisas, parecen muy pocas las cláusulas que puedan cumplir con la máxima de transparencia aunque el tema, según admiten los expertos, sea «complejo».

El otro punto espinoso es la retroactividad del fallo o, hablando en plata, si el banco, además de quitar la cláusula de suelo, tendría que devolver a los afectados el dinero cobrado de más durante estos años. El fallo del Supremo establece que no hay retroactividad aunque también es cierto que ya ha habido varias sentencias posteriores que no sólo han declarado la nulidad de la cláusula sino que ordenaban al banco que devolviera al cliente las cantidades pagadas de más. Casi 150.000 malagueños siguen a la espera de que el tema se aclare.