Una miajita de coraje, un poquito de pollardina, algo de ímpetu y un puñadito de rabia, todo armoniosamente mezclado, es lo que yo creo que necesita el Málaga para caminar con más fuerza por los campos de la Primera División, no digamos ya por los terraplenes de las competiciones europeas. Me gusta el Málaga, sí, pero lo veo parsimonioso, como el entrenador, Bernd Schuster. No lo veo alegre y ofensivo.

Qué queréis que os diga. A mí me da la sensación de que el Málaga, esta temporada está jugando a verlas venir, a la ley del esfuerzo suficiente pero no a la del máximo esfuerzo. Pellegrini nos acostumbró a otro fútbol más brioso y ahora lo echamos de menos. Es probable que yo esté equivocado porque, en cuestión de opiniones futbolísticas, suelo ser radical y pasarme de la raya. El Atleti nos está dando una lección a todos los aficionados. Y por eso está el primero, compartiendo honores con el mejor equipo del mundo. ¿Qué tiene el Atleti? ¿Acaso tiene la mejor plantilla de la Liga? Yo os digo rotundamente que no. Tiene unos excelentes jugadores, tiene al delantero más en forma, pero, sobre todo, tiene un equipo. Un tremendo equipo. Siempre se dijo que el fútbol es básicamente asociación, justo lo contrario a lo que hacen otros clubes súper millonarios que se nutren de excelsas individualidades incapaces agruparse en una formación homogénea Y no quiero poner el ejemplo más claro para que algunos aficionados de color blanco no se me cabreen. El Atlético de Madrid es, hoy por hoy, el paradigma de un equipo de fútbol que practica fútbol y gana los partidos y las competiciones poniéndole a su juego esas cosas que solemos llamar de forma grosera. Es fácil decirlo, escribirlo, pero un grandísimo equipo donde todos juegan para todos, donde todos van al choque, donde todos atacan y defienden, es harto difícil de componer.

Nuestro querido Málaga, me parece a mí, ha perdido comba en cuanto a esa furia que tuvo hasta hace poco. En la competición actual, camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Lo vemos en la clasificación. Hay clubes históricos que se van por el desagüe, quizá porque su espíritu de lucha, su ardor se han quedado en el camino o no hay quien los aliente. Aquí no debe pasar eso. El entrenador fue un excelente jugador, de tiros largos y precisos, buen táctico, buen técnico. Pero, me pregunto: ¿No sería bueno que pusiera a sus jugadores un cohete en el culo cando pelean el partido?

Me gustaría saber si algún aficionado malaguista piensa como pienso yo: que, con los materiales existentes, se podría tejer un equipo más eficaz, mas goleador, que el actual. No se entienda esta crítica como destructiva, ni mucho menos. Es sólo la opinión de un veterano degustador del fútbol, especialmente del fútbol moderno, que desea que el Málaga salga a jugar los partidos con un poquito más de tesón, de fogosidad y sobre todas las cosas con innegociable afán de triunfo. El entrenador es bastante bueno, los jugadores lo son también. A veces nos levantan del asiento por la belleza de su fútbol. Pero yo no me refiero a eso. Yo me refiero a que los equipos tienen que armarse con algo que muchos llamamos voluntad y otros llaman corazón. Queremos que el Málaga sea un ejemplo a seguir en el fútbol nacional.