«Informe Semanal» al trasnoche. Qué vergüenza. O la televisión pública no sabe convencer con un programa informativo en hora de máxima audiencia, un formato con 40 años de historia, o a esta sociedad le resbala todo lo que salga por la pequeña pantalla que no sea Falete saltando en bañador -y con ello no pretendo ofender al artista-. Ambas razones hablan de nuestro tiempo gastado. Porque no se trata de un abandono de las pantallas tradicionales a favor de la lectura, pantallas utilizadas sólo para un rato de evasión desvergonzada. Se trata de no leer más ni tampoco ver «Informe Semanal», de estar el tiempo que podamos viendo chorradas. La hiperestimulación tecnológica y consumista nos vuelve rápidos y hábiles para cierta mecánica, pero también ansiosos, ensimismados y superficiales, idiotas.

Informe Semanal

La elaborada cocina a fuego lento con que el menú de «Informe Semanal» puede ofrecernos un reportaje sobre Asunta, la niña adoptada aparecida muerta en el pueblo gallego de Teo, no puede competir con el menú de hamburguesería que las privadas han cocinado esta semana con ese suceso y sus escalofriantes circunstancias. El reportaje sobre un gesto fieramente humano de un Papa de Roma que se queda callado, deja de mirar el discurso escrito, y con las manos abiertas expresa su vergüenza por la muerte de un centenar de inmigrantes y la desaparición de casi trescientos (tras haber pedido socorro sin respuesta, incendiados a sólo 800 metros de la costa de Lampedusa, a menos de un kilómetro de la vida), no podrá ser visto en la televisión pública cuando más personas hay sentadas frente al televisor. Será relegado a la medianoche, como casi todo lo que tiene contenido cultural o un calado informativo que no se exprese con estridencias y manipulaciones visuales que tienen más que ver con el marketing que con una manera entretenida y ética -no es contradictorio- de ofrecer la información.

Sayonara, baby

Rajoy también ha salido en los informativos cuando hablaba en Fukushima de lo injusto de creer que hay peligro radiactivo en Japón. La noticia siguiente advertía de una nueva fuga de agua radiactiva de la central nuclear clausurada tras el tsunami. Para que luego digan que ser político es un chollo. Quién iría a Fukushima hoy a hacer negocios. También ha salido esta semana la socialista Elena Valenciano con unas declaraciones radiactivas. Con intencionada equidistancia para epatar con el catalanismo secesionista, dijo que «pasado el anti catalanismo furibundo del PP, hay dos presidentes del gobierno, Rajoy y Artur Mas, que deben sentarse a hablar». El problema es que, constitucionalmente, el primero también es presidente del segundo pero el segundo no lo es del primero. Y el problema es, también, que precisar esta obviedad le convierte a uno en un facha, cuando en realidad la izquierda debiera estar no sólo al margen, sino muy lejos ideológicamente de nacionalismos anacrónicos, y en casi todos los casos insolidarios.

Presidenta en Madrid

«Creo que no fue un acierto afirmar que se aceptaría cualquier texto que viniera del Estatut catalán» ha dejado dicho al respecto la presidenta andaluza, Susana Díaz, recordando la promesa que hiciera Zapatero. Hay que reconocerle a Susana Díaz el protagonismo político que ha alcanzado desde su reciente investidura, a pesar de que la configuración de su gobierno ha defraudado muchas expectativas en un verdadero «tiempo nuevo». La reunión con el alcalde De la Torre para zanjar la polémica del metro soterrado fue un buen golpe de efecto. En Madrid, respecto al caso de las facturas falsas de UGT, que ha recaído también en la jueza Alaya, dijo: «No voy a valorar nunca a un juez ni su tarea. He dado instrucciones al Gobierno para que se revisen todos y cada uno de los expedientes que estos días han aparecido en los medios de comunicación, para que se recupere el dinero y se depuren responsabilidades». Palabras muy distintas de esas ironías sin gracia que suelta su consejero de Justicia, la última sobre los 5.000 folios de la sentencia Malaya. Una sentencia, atendiendo a las penas, nada «ejemplar», como pedía que fuera el fiscal anticorrupción. Ya se quedó el caso Ballena blanca en boquerón vitoriano. Justicia mediática, justicia legal, justicia justa... Justicia y vergüenza. El Papa Francisco dijo: «¡Vergogna!».

En un sofá

Ahora lo digo yo: vergüenza. Un muchacho ha fallecido en un albergue de Sevilla, donde se hallaba cobijado, con síntomas de desnutrición y apenas 30 kilos de peso. Tras ser atendido médicamente, el Hospital Virgen del Rocío llamó al Servicio de Emergencias Sociales, ya que el joven no tenía a nadie que se ocupara de él ni estaba en condiciones de pasar la noche en la calle. Este servicio municipal, en la madrugada del miércoles, lo trasladó al albergue, donde se le ofreció desayunar y donde, a mediodía, se comprobó que había fallecido mientras reposaba en un sofá. Indigente con sólo 23 años.

Qué nos está pasando. Me lo pregunto…

Porque hoy es sábado.