Para hacer bien el amor hay que venir al sur, cantaba Raffaella Carrà, pero no para echar cuentas. Italia y España lideran por detrás el ranking de comprensión lectora y habilidades matemáticas entre adultos de la OCDE. Si Cervantes y Galileo levantaran la cabeza.

El estudio se refiere a personas entre los 16 y los 65 años, y el podio lo ocupa Japón en ambas facultades, con Finlandia en las medallas de plata. Tal mérito no ha salvado a los japoneses de una década perdida que amenazaba con durar varias, ni a los finlandeses para perder la propiedad de Nokia, pero que les quiten lo bailado. Las hordas de turistas japoneses que invaden la Sagrada Familia y la Capilla Sixtina lograron un nivel de vida capaz de pagar vacaciones europeas a base de trabajar mucho y bien, y en ello tiene algo que ver el nivel formativo. Comprensión lectora y capacidad matemática no garantizan a nadie ser muy listo, pero dan al conjunto una capacidad de rigor que aplicada a la producción se convierte en ventaja competitiva.

Dicen los expertos que la clave está en la enseñanza secundaria. Que es ahí donde se marca la diferencia. Según este PISA para adultos, los universitarios españoles tienen el mismo nivel lector y matemático que los bachilleres japoneses. Aunque los más viejos del grupo empezaron la secundaria en pleno franquismo, la mayoría son hijos del baby boom, por lo que esa no es excusa. Por otra parte, los italianos viven en paz y democracia desde 1945. ¿Habrá que creer en el determinismo del clima? ¿Es acaso una cuestión cultural de base religiosa, esta manera de hacer grupal, estática y proteccionista que incentiva el conformismo?

Y hete aquí que tras unos años de invasión japonesa y finlandesa, ahora son los Estados Unidos quienes mandan en el mundo de los artefactos, y no por las herramientas, que se fabrican en Asia, sino por la inteligencia incorporada. Los coreanos ya pueden ensamblar móviles, que Google les pone lo que de verdad añade valor. Y resulta que Estados Unidos está por debajo de la media en los dos indicadores: en letras y en cifras. Más aún: en matemáticas se sitúan terceros por la cola, tras España e Italia.

A lo peor para triunfar hay que aprender otras cosas en secundaria, además de entender lo que se lee y manejar con tino la calculadora. Cosas como técnicas de incubación de ideas en garajes y tiburoneo societario.