Un tribunal ha hablado. El Supremo, nada menos. El regidor de Alhaurín el Grande, Juan Martín Serón, debe irse un año. Ayer dejó de ser alcalde y de militar en el PP, pero sigue como concejal. Mientras, Antonia Ledesma será alcaldesa «en funciones». Un teatro. Que se alce el telón. Nadie reprocha nada, todos asienten a la sinrazón de una huida hacia adelante, síes a coro para quien pidió veinte millones de pesetas a un promotor y vio a Zapatero en el origen de sus males. El Constitucional dará el balón de oxígeno necesario para que la ciudadanía olvide. Su partido susurra, la oposición critica. Todos ven la viga en el ojo ajeno. Nadie la brizna de paja en el propio. El dedo acusador del hasta ayer regidor apunta a una sentencia corporativa, dice, ocho jueces puestos de acuerdo para desprestigiar su carrera, inmaculada hasta ahora, pese a que la acusación se desinfló por los errores de una instrucción demasiado ágil, imperfecta. Martín Serón sigue en el centro de la vorágine portando su bastón de mando. Volverá en un año para irse después. Va desnudo, pero sólo la Justicia lo ha visto.