Dice un amigo y colega: «La policía nos protege, pero debemos protegernos de ella, antes o después se pasa». Ahora bien, hay policías y policías, cada una con su virtud y su peligro. Estos días, sin ceremonia protocolaria alguna, ha empezado a funcionar una nueva policía, financiada por el contribuyente norteamericano pero con jurisdicción en todo el mundo. Técnicamente, y con arreglo a la ley del Congreso USA que ampara su creación, un grupo de élite de esa policía puede presentarse una noche en nuestra casa, echar la puerta abajo y llevarnos a un barco de guerra para ser interrogados. Bastaría que en el rastreo universal de comunicaciones al que todos estamos sometidos un analista interpretara algo mal y nos vinculara a Al Qaeda. Ya se que no es fácil y tampoco esto es Libia, pero han ocurrido cosas. El caso es que la policía global ya patrulla nuestras calles con una red de pesca.