Escribir artículos de opinión los sábados tiene el inconveniente de que, a lo largo de la semana, mis agudos y perspicaces compañeros ya hayan trillado y machacado hasta la extenuación todos los temas de actualidad. Lo que no quiere decir que yo no pueda dedicar un par de párrafos a dos noticias, dos pamplinas, que han hecho que esta pasada semana informativa dé para hablar largo y tendido a la hora del café.

Largo y tendido, pero de forma moderada, como crecen los salarios en nuestro país. Eso aseguraba el ministro Montoro en la sesión de control al Gobierno a comienzos de semana, respondiendo a la interpelación de Cayo Lara. Que no bajan, dice Cristóbal, desdiciendo a empresarios, sindicatos, informes del Fondo Monetario Internacional y hasta al jefe, hasta a Mariano Rajoy, que de visita en Japón, vendía España a los empresarios nipones diciéndoles que, efectivamente, ahora mola más invertir en nuestro país porque «los costes laborales han bajado». Rinconete y Cortadillo, vaya dúo. No sabe uno con quién quedarse.

Aunque para dúo, el de las alcaldesas del PP. A comienzos de semana ardían las redes con el polémico bando municipal de la feria de Fuengirola, en el que se censuraban más de una decena de estilos musicales en aras de una fiesta andaluza, castiza y como Dios manda, Esperanza mediante. Lo de que el bando esté aprobado desde hace cinco años, con el apoyo de los grupos de la oposición municipal, lo dejamos para otro sábado, que también tiene tomate... Pero algo más avanzada la semana, cientos de kilómetros más al norte, en la capital del Reino, se conocía que el Ayuntamiento de Ana Botella ha publicado este mes la convocatoria por la cual, los músicos callejeros del centro de Madrid, tendrán que participar en un casting en toda regla para poder conseguir una ubicación idónea, en el caso de conseguirla, dentro de una ordenanza muy definida y muy clarita, que persigue, y cito, «garantizar la buena convivencia ciudadana y asegurar el respeto al descanso de los vecinos y residentes del distrito». Prepárense a ver a Ana Botella entre Rosarillo, Antonio Orozco y compañía. Sería desde luego, menos ridículo que verla, por ejemplo, dar un discurso en inglés. Y no, no esperen un relajante final de artículo, que las pamplinas se las dejo a los profesionales. Buen fin de semana.